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Francisco, víctima del coronavirus: «Cada día que pasaba creía que no lo superaría»

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Francisco, que fue víctima del coronavirus, estuvo ingresado en la UCI del Gregorio Marañón

Era jueves 12 de marzo cuando Francisco Rodríguez, de 50 años, llegó a su casa del barrio de Villaverde (Madrid) después de una extenuante jornada de trabajo. Hacía varios días que se sentía mucho más cansado de lo habitual, se le había quitado el hambre y en lo único que podía pensar en aquel momento era en irse a la cama. Poco sospechaba entonces que sería uno de los más de 60.000 afectados por el coronavirus (Covid-19) en Madrid.

El reloj marcaba las 18 horas cuando Francisco se tomó un Ibuprofeno y se fue a dormir. A medianoche, se despertó súbitamente. Lo primero que notó era que el cansancio había empeorado, tenía fiebre y, según cuenta, sentía «como si me hubieran dado una paliza». Al intentar levantarse, el cuerpo le dolía a tal grado que, a pesar de sus esfuerzos, no pudo erguirse. En definitiva, pensó, algo no iba bien.

víctima coronavirus francisco gonzález
Francisco durante unas vacaciones el pasado mes de noviembre a Egipto.

Entrada la mañana, intentó contactar con su centro sanitario pero le fue imposible. Dos días antes, la Organización Mundial de la Salud había declarado la expansión del COVID-19 como una pandemia, y España empezaba a sufrir los estragos del virus en el desbordamiento sanitario y en la pérdida de vidas. El sábado de esa misma semana, el Gobierno declararía el estado de alarma en todo el país.

Es casi imposible saber dónde se pudo haber contagiado

Hasta el lunes, el madrileño víctima del coronavirus no pudo contactar con su médico de cabecera. «Le dije los síntomas que tenía y solo me recetó un paracetamol». Estuvo una semana entera con ese medicamento y sin comer. Le daban seguimiento telefónico y Francisco informaba que los síntomas no remitían. Finalmente, el día 25, una ambulancia se presentó en su casa y, por órdenes de su médico, fue hospitalizado.

Es prácticamente imposible identificar con exactitud el momento en que alguien se contagia con el coronavirus. Para Francisco, que trabaja como conductor de DHL y por ello trata con diferentes personas cada día tanto dentro como fuera de las instalaciones de su empresa, es todavía más complicado.

Cuando ingresó en el Hospital Gregorio Marañón, recuerda que estuvo 26 horas en una silla de ruedas. «Como me pusieron oxígeno en la ambulancia, al llegar al hospital me colocaron en una silla de ruedas». Debido a lo mal que se sentía, fue ingresado en urgencias; ahí el panorama era desolador: «Había un descontrol increíble, gente tirada en el suelo. Fui un afortunado por estar en esa silla».

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«Solo piensas en salvarte», dice Francisco, víctima del coronavirus

La gravedad de su situación demandaba su traslado a la Unidad de Cuidados Intensivos. El coronavirus le había provocado una neumonía, dejándole con un 18% de su capacidad pulmonar. «Ahora mismo te estoy hablando con una máquina de oxígeno puesto», dice.

Recuerda el lugar como abarrotado de gente, entre sanitarios y enfermos, pero pese a lo cual, y de forma paradójica, no podía evitar sentirse aislado: «Estás solo y mal de salud: lo único que piensas es en salvarte». Permaneció internado en la UCI durante un día y medio.

No era la primera vez que Rodríguez pisaba un hospital para quedarse. De niño fue diagnosticado con diabetes, lo que le provocaba descontroles de azúcar que en ocasiones exigían su paso por el hospital. También se sometió a una operación en cada uno de sus ojos.

En el Gregorio Marañón los sanitarios iban protegidos

La diferencia entre aquellos ingresos y el último como víctima del coronavirus, según explica, fue bastante notoria. Ya no solo era la inusitada aglomeración de sanitarios y enfermos, también «se percibía la tensión. No es lo mismo que te atiendan con su bata médica que enfundados totalmente. A mí se me venía mucho a la cabeza las películas sobre el ébola… sobre los virus».

En el hospital tenía televisión gratuita, y por tanto podía seguir los acontecimientos que se desarrollaban en el exterior; podía comprobar cómo la situación se agravaba y parecía no tener freno. «Diariamente veíamos lo que ocurría. A mí no me apetecía ver nada, algo normal cuando estás así de jodido».

En los diferentes programas advertían de la poca protección en los hospitales de médicos y enfermeros, sin embargo, Francisco aclara que «en el Gregorio Marañón el personal sanitario iba bien protegido».

Fue diagnosticado como negativo falso

Los médicos le daban ánimos, pero aun así, para Francisco: «cada día que pasaba creía que no superaría la enfermedad». Tanto en la UCI como en urgencias le hicieron una prueba: «Me metían una varita por la nariz y también me hacían análisis de sangre ».

Para su sorpresa, en ambas pruebas el test dio negativo. «Yo no me lo creía», dice, «todavía tenía todos los síntomas; soy lo que se considera un negativo falso, o sea a efectos prácticos un positivo».

Dejó finalmente el hospital el 3 de abril, tras nueve días ingresado, cuando sus índices de oxígeno en sangre habían mejorado y había recuperado su capacidad pulmonar. Aún así, por precaución, le prescribieron estar con oxígeno en casa las 24 horas del día. A su salida, los médicos le ordenaron mantenerse en cuarentena y llevar un seguimiento con su médico de cabecera.

Ahora, este ‘superviviente’ no sigue «ningún tratamiento de medicinas, lo único es la máquina de oxígeno» que le enviaron «un día después de salir del hospital».

Ser víctima del coronavirus le ha hecho valorar más la vida

A sus 50 años, Francisco está agradecido de haberse recuperado. Da las gracias especialmente a los sanitarios, tanto a los que le atendieron como a los que tiene por amigos. «Esta gente no hace su trabajo por dinero, lo hace por vocación. Siempre que te veían te daban ánimos. Supongo que lo llevan por dentro», afirma y añade que «son buena gente». A la población en general le pide que «intenten ser prudentes», ya que hay sanitarios que están dedicando «más horas que un reloj».

Afectado por el coronavirus

El vivir momentos tan dramáticos le ha permitido ver la vida desde una nueva perspectiva. «Pasar por eso me ha hecho darme cuenta de toda la gente que tengo a mi lado, la gente que me quiere. Ahora sé que hay que disfrutar más el día a día», exclama.

A pesar de estar mejor y sentirse recuperado, Francisco es consciente de que todavía le queda camino por recorrer, y de que hay análisis a los que aún debe someterse, entre otros uno de sangre y también unas radiografías. «Deberían hacerme además el IGM y el IGG, uno tiene que dar negativo y el otro tiene que confirmar que tengo anticuerpos: es lo que necesita la empresa para incorporarnos a los que hemos pasado la enfermedad».

«Las cosas serán completamente distintas para todos»

Su horizonte ahora ya no solo está poblado por hospitales. Este conductor ansía volver a su trabajo y retomar la vida que llevaba antes, pero advierte que «las cosas serán completamente distintas para todos» y «tendremos que hacer lo posible por adaptarnos».

Francisco agradece que su empresa DHL, en la que trabaja desde hace ya 25 años, realice seguimiento médico a sus trabajadores. Destaca que han tomado medidas individuales de protección, y que en su departamento se han facilitado mascarillas, guantes, gel de mano y desinfectante, además de medidas de distanciamiento para evitar el contacto entre cargadores y conductores.

Cuando la ‘nueva normalidad’ llegue, Francisco ya tiene pensado qué es lo que le gustaría hacer: «Lo primero será sentarme con mis amigos, tomarme una caña y charlar con ellos un buen rato». Idea que, a mes y medio del confinamiento, surca por la mente de casi todos los españoles.

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