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Finaliza la restauración del muro histórico de la Casa de Campo

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Una intervención de urgencia para frenar su deterioro y garantizar su conservación

Tras nueve meses de obras, el muro histórico de la Casa de Campo ha completado su restauración en el tramo comprendido entre los arroyos Antequina y Portugués.

Estas labores han incluido el sistema de rejas y tajamares que permiten el paso del agua en los lugares donde la estructura se cruza con el cauce de los arroyos. Ha sido una intervención de urgencia para frenar su deterioro y garantizar su conservación, que se encontraba comprometida.

Algunas zonas habían perdido partes de ladrillo y, en las labores que se realizaron recientemente al monumento -como el tapiado de la mayoría de los aliviaderos (conductos destinados al desagüe)-, se habían utilizado métodos y materiales incompatibles. Esto provocó que los arroyos fueran depositando elementos que ocultaron parte de la tapia. La última restauración del muro histórico fue a principios de 2019.

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La zona restaurada del muro es una tapia de ladrillo y mampostería con cubierta de granito de alrededor de 320 metros de altura. Está situada en la parte Noroeste del parque, en el límite con el término municipal de Pozuelo de Alarcón. A la intervención se han destinado 370.000 €.

Restauración del muro de la Casa de Campo en tres partes

Las labores de recuperación del muro de la Casa de Campo se han llevado a cabo en tres fases. La primera ha consistido en proteger el monumento frente a los efectos del agua retirando la tierra acumulada en las inmediaciones, recuperando los aliviaderos y consolidando los muros y tajamares.

La segunda fase se ha centrado en frenar la degradación y en la reparación de los desperfectos de la tapia. Así, se ha limpiado y saneado el muro y se han retirado los materiales inapropiados. Se han eliminado las manchas y colonizaciones biológicas como algas, musgos, hierbas y zarzas, pero no líquenes.

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Seguidamente, se han consolidado los elementos renovados y se han repuesto las piezas que faltaban con materiales que tienen las mismas características físicas, químicas y apariencia que las originales. En los tramos donde existía un revoco de cal original se ha aplicado esta solución por su significado histórico y su idoneidad.

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Los ladrillos nuevos están fabricados artesanalmente en un tejar con cocción en horno de leña para garantizar su parecido a las piezas antiguas. El granito se ha obtenido en canteras próximas a las originales y se ha labrado con medios manuales para facilitar su integración en el muro.

La tercera y última fase ha consistido en el acondicionamiento y la puesta en valor del muro mediante la accesibilidad y señalización de los accesos a la zona más recóndita a través de carteles informativos.

Además, las rejas que había se han desmontado y se han sustituido por otras nuevas de acero macizo esmaltado. Se han colocado en el lugar exacto en el que se encontraban las originales ya que se han utilizado los restos de las fijaciones que aún existían.

La historia del muro de la Casa de Campo

La obra se realizó entre 1768 y 1769 para ajustar el cerramiento del Real Sitio al nuevo perímetro tras las adquisiciones realizadas por Fernando VI. El muro fue ejecutado por el arquitecto Pedro Rodríguez, y el proyecto de la reja de Antequina por José de Ballina, colaborador de Sabatini y autor de otros edificios como el palacio del parque del Capricho.

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Con la construcción del muro se pretendía impedir que accedieran los intrusos a su interior y que los animales destinados a la caza salieran del lugar. Sin embargo, se encontraron con el problema de que la estructura se cruzaba con el cauce de los arroyos. Por ello, se decidió crear unos arcos similares a los de un puente que permitieran el paso del agua por esas zonas.

Para resistir y evacuar las crecidas del agua fueron instalados unos vanos suplementarios. Los huecos quedaron cerrados con unas rejas metálicas para evitar que los animales o los intrusos pudieran utilizarlos para salir o acceder al Real Sitio, respectivamente.

En estas zonas, el muro fue reforzado, aumentando su espesor y añadiendo tajamares. Estos son unos contrafuertes perpendiculares a la pared que sirven para cortar la corriente y repartirla por igual a ambos lados. Están rematados en ángulo en la parte superior para cortar el flujo, y en círculo en la parte inferior para reducir las turbulencias.

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