La factura de la luz suma una nueva variable, que sigue disparando su precio
El elevado precio de la factura de la luz sigue siendo un dolor de cabeza para las familias, aunque en este mes de septiembre parece que ha dado una pequeña tregua, aunque ficticia. Las medidas tomadas por el Gobierno central a fin de reducirla han probado ser insuficientes, acaso perjudicadas por el actual contexto de inflación económica.
Entre las medidas más conocidas, destaca el tope al precio del gas, que se celebró como la solución, sin explicar a los consumidores lo que implicaba: que las pérdidas de las eléctricas las pagarían ellos en sus facturas.
La factura de la luz está estructurada en tres bloques. El mercado regulado y el libre de la energía coinciden en dos de ellos: en los peajes de acceso establecidos por el Gobierno, los cuales se utilizan para cubrir el coste de mantenimiento y distribución de la red eléctrica. Y en los impuestos, siendo estos dos: el Impuesto Especial sobre la Electricidad y el IVA.
Los consumidores asumen el coste de limitar el precio del gas
La diferencia entre ambos mercados, por tanto, se encuentra en el tercer bloque. Esto es, en el precio que se cobra por producir la electricidad. En el mercado regulado, el precio de la electricidad varía cada día y cada hora, mientras que en el mercado libre son las compañías las que lo establecen para todo el año.
Así funcionaba la factura hasta el pasado verano, momento en que los usuarios fueron sorprendidos con una nueva variable: el ‘tope al precio del gas’. Su origen está en la excepción ibérica que la Comisión Europea concedió de manera temporal a España y Portugal el pasado mes de junio, gracias a la cual pudieron limitar el precio del gas natural empleado en la producción de electricidad y frenar así el impacto de su escalada en el mercado mayorista.
El monto que se paga mensualmente por el tope al precio del gas está destinado a compensar los costes de producción de la energía. Su vigencia, según recoge el Real Decreto Ley 10/2022, es desde el 15 de junio hasta el 31 de mayo de 2023. Los usuarios que más han notado su aparición han sido los afiliados al mercado regulado, quienes, acostumbrados a contar con un precio fijo, vieron en el tope al precio del gas una suerte de PVPC camuflado.
Agosto tuvo la segunda factura de la luz más cara de la historia
El Gobierno central, desde un inicio, estableció que serían los clientes quienes asumirían la compensación a las gasistas de la diferencia entre el precio real del gas y el precio ‘tope’. La suma mensual a compensar se calcula en base al consumo y el coste de generar la electricidad en el periodo.
Esta información pasó desapercibida para la gran mayoría. Y es que ni el Gobierno se esforzó en explicar sus implicaciones, ni las comercializadoras la mencionaban al momento de ofrecer sus tarifas.
No se explicó, por ejemplo, que las eléctricas cobrarían un porcentaje diferente a cada usuario dependiendo de dónde compraran el gas, ni que el importe de la tasa podría ser tan elevado. En los meses más caros, el precio de la tasa alcanzó el precio de la factura final de la luz. Además, dado que su cuantía depende del consumo y del coste de generar la energía, es imposible prever a cuánto ascenderá cada mes, pues varía en cada factura.
Según FACUA, durante el mes de agosto, el precio de la factura media de la luz fue de 158,30€. La cifra supone un aumento del 70% en el precio respecto al mismo mes el año pasado. Así, se convirtió en la segunda factura más cara de la historia, superada solo por los 176,73€ de marzo. Y entre enero y septiembre, la subida interanual ha sido del 70%.
El Gobierno alista una modificación de la factura de la luz
La principal causa detrás del inicio desalentador de la excepción ibérica es el desbocado precio mayorista del gas. La especulación en la que está inmersa el sector se debe al modelo de subasta marginalista que lo rige. En ella, el precio final depende de la última tecnología necesaria para cubrir la energía demandada en las subastas. Las más baratas son las fuentes de generación renovable (agua, viento) y las más caras las fósiles (gas, carbón).
El Ministerio para la Transición Ecológica, por su parte, defiende la eficacia de ponerle un tope al precio del gas. Si bien admiten que las facturas siguen siendo elevadas, aseguran que el efecto por la limitación del precio supera al pago de los clientes por ese ajuste. De no existir la medida, afirman que los mismos estarían pagando hasta un 20% más.
De cara al próximo año, el Gobierno tiene en sus manos una propuesta de modificación para que las facturas de los consumidores del mercado regulado no estén tan ligadas al precio diario de la electricidad en el mercado mayorista. Por el contrario, lo que se propone es indexar el precio a una cesta de precios a medio y largo plazo, mensual, trimestral y una media anual.
FACUA pide un bono para las familias más vulnerables
El resultado sería que, de marcar la luz otro precio récord, el consumidor no tendría por qué pagar la luz más cara, aunque igualmente se vería afectado. De esta manera se lograría restar volatilidad al sistema y beneficiar tanto a consumidores como comercializadores. El Gobierno estima que la oscilación se reducirá un tercio, al tiempo que se incentiva la demanda de energía a las horas más baratas.
La mirada a largo plazo del Ejecutivo contrasta con la urgencia de FACUA, quienes piden que de manera inmediata se blinde a las familias más vulnerables. Una de sus propuestas pasa por declararlas consumidores vulnerables, para que así puedan acogerse coyunturalmente a un bono social especial, que les permita pagar tarifas con grandes descuentos sobre lo que dicta el mercado.
Y dado que el origen de la especulación se encuentra en el modelo marginalista, piden que se ponga fin a esta fórmula de fijación de tarifas. Para los próximos años han exigido una apuesta decidida por la transición ecológica y las energías renovables. Consideran que las administraciones públicas deben ser los referentes para el cambio. A ellos les compete promover la generación de energías renovables en espacios públicos.
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