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Palacio de Fernán Núñez, el ambiente de la nobleza del siglo XIX

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Antes propiedad de los duques de Fernán Núñez y hoy sede de la Fundación de los Ferrocarriles Españoles

Situado en el barrio de las Letras, en la calle de Santa Isabel 44 (cerca de la estación de Atocha), nos encontramos uno de los palacios más prestigiosos de la nobleza madrileña del siglo XIX y parte del XX, un rincón de la capital que, a pesar de sus cualidades y de su pasado, es todavía muy poco conocido. Se trata del Palacio de Fernán Núñez.

Este histórico y emblemático lugar es, desde 1985, sede de la Fundación de los Ferrocarriles Españoles (perteneciente a Adif y a Renfe), que conserva tal y como estaba todo el mobiliario y la decoración de cada estancia y que se utiliza como lugar de celebración de eventos (recreaciones históricas, bodas, reuniones e incluso grabaciones cinematográficas o televisivas).

Se puede visitar durante el año en grupos de 25 personas, siempre con cita previa. También hay un buen momento para visitarlo y es con la iniciativa ¡Bienvenidos a Palacio! que organiza puntualmente la Comunidad de Madrid y permite acceder a varios edificios singulares normalmente cerrados al público, de forma gratuita.

La historia del Palacio de Fernán Núñez

La historia de este edificio es muy amplia y compleja. Construido a finales del siglo XVIII por orden del I duque de Fernán Núñez junto al convento de Santa Isabel, se fue renovando con los años, al igual que sus respectivos propietarios. En 1815 el palacio es heredado por el conde de Cervellón, que contraería matrimonio con la duquesa de Fernán Núñez, hija del I duque, y ambos se encargarían de la refoma que iba a convertir su hogar en uno de los centros de la vida social madrileña.

Con un estilo romántico que enlaza al mismo tiempo con la corriente Neoclásica anterior, hoy en día tenemos como resultado lo que conocemos como el Palacio de Fernán Nuñez, que mezcla ambas corrientes en su arquitectura y decoración.

Muy visitado por la reina Isabel II

Fue uno de los palacetes más visitados por la reina Isabel II, ya que por aquel entonces se celebraban numerosos bailes a los que acudía gran parte de la alta sociedad madrileña. Algunas de las fiestas más reconocidas eran aquellas celebradas con motivo del carnaval, en las que la nobleza hacía gala de sus mejores vestimentas.

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Con la llegada del siglo XX la sociedad cambia hasta el punto de que, en el año 1936, los duques deciden abandonar España con el estallido de la Guerra Civil. En 1941, cuando la duquesa regresa no le queda más remedio que vender la propiedad, como consecuencia de la pérdida de casi toda su fortuna, a la Compañía de los Ferrocarriles del Oeste de España, que más tarde pasaría a ser Renfe.

La entrada al palacio se realiza a través de una majestuosa escalera principal que da acceso a un rellano con un espejo, donde las damas y los caballeros retocaban sus galas antes de acceder a la gran fiesta. Una vez dentro, podemos vislumbrar la exquisita decoración que escogieron los duques para su hogar.

Las estancias del palacio

Desde luego no escatimaron en gastos: lámparas de Baccarat, alfombras de la Real Fábrica de tapices y cuadros de Tiziano, Tintoretto y Goya componen los interiores de este lugar. Las estancias más destacables por su elegancia son:

  • El Salón de Baile, que poco o nada tiene que envidiar a la Sala de los Espejos del Palacio de Versalles. Esta dorada estancia cuenta con una decoración barroca de influencia francesa, unos grandes espejos para dar la sensación de amplitud y un palco desde donde los músicos tocaban el repertorio de canciones.
  • Este salón conecta con otro de los habitáculos más llamativos de palacio, el Salón amarillo o isabelino, preferido de la reina Isabel. En él destaca su mobiliario, que permanece tal y como se hallaba en la época.
  • Contrastan estos espacios con el comedor de gala, el de los niños o la escalera de nogal por la que los duques accedían a los bailes, de un claro estilo inglés mucho más sobrio, pero igualmente ilustre.

 

Merece la pena la experiencia de estar en un espacio tan cargado de historia. El precio de entrada para un grupo de 25 personas es de aproximadamente 5€ cada uno. O si es temporada de ‘¡Bienvenidos a Palacio!’ el acceso saldrá gratis si se consigue una plaza. Su ambiente hará que el visitante se sienta como un burgués más en una sociedad de hace al menos un siglo.

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