El Edificio Protegido tenía su planta 22 destinada solo a oficinas hasta ahora que cambia a uso residencial y albergará viviendas como cuando se creó
El emblemático edificio Torres Blancas de Chamartín, considerado Edificio Protegido de Madrid, volverá a utilizar su planta 22 como uso residencial muy pronto. El Ayuntamiento de Madrid ha aprobado modificar su restricción de lugar para oficinas y permitir su uso residencial, como cuando se creó hace ya más de 60 años. En concreto, se van a construir ocho viviendas a partir de un conjunto de oficinas que se encuentran actualmente en desuso.
De esta forma, se reduce la ocupación máxima de la planta de 48 a 40 personas, se mejoran las condiciones de evacuación de la zona y se modifica el acceso actual de la entreplanta a la planta. Asimismo, se pone en valor la estructura de hormigón armado, respetando la documentación original de su arquitecto, Francisco Javier Sáenz de Oiza, a la par que se elimina una escalera privada que conecta las plantas 22 y 23.
Estas intervenciones tienen que guiarse en todo momento por el Plan General de Ordenación Urbana de Madrid. En un principio, era un restaurante lo que se quería establecer en la planta, pero finalmente se ha considerado imposible por los problemas de aforo que conlleva. Desde el Consistorio, aseguran que la iniciativa cuenta con el visto bueno de la comunidad de vecinos del edificio, que «valora positivamente la reconversión«.
Todos los cambios que se van a realizar suponen, además, una mejora en la eficiencia energética del edificio.
Más de 60 años de las Torres Blancas de Chamartín
Las conocidas como Torres Blancas de Chamartín nacieron en 1961 de la mano del arquitecto Sáenz de Oiza. Entonces, él lo concibió como un edificio de uso residencial, con 21 plantas destinadas a viviendas, dos plantas de remate para uso social del vecindario (en la azotea dispone de una piscina) y dos plantas sótano. El arquitecto vivió en este edificio hasta su fallecimiento en el año 2000.
La planta 22 acogió durante la década de los 70 un restaurante y, con posterioridad, un conjunto de oficinas, actualmente en desuso, que son las que se van a transformar en las ocho nuevas viviendas mencionadas. Por lo tanto, recupera su uso residencial original.
Pese a que el edificio se compone de una sola torre, su denominación de Torres Blancas proviene de la intención inicial de Oiza de construir dos edificios. El inmueble cuenta con una altura de 81 metros y una estructura formada por cilindros en su perímetro exterior que responden a la experimentación constructiva de su creador. Con él ganó el Premio COAM 1972 y el Premio a la Excelencia Europea de 1974.
Al margen de las Torres Blancas de Chamartín, Sáenz de Oiza ha dejado una notable huella arquitectónica en el urbanismo de la capital. Entre sus trabajos, destaca la Iglesia Hispanoamericana de la Merced, en Tetuán; el nuevo recinto ferial de IFEMA; la Torre BBVA de la Castellana; La Triada; y todo tipo de urbanizaciones en Fuencarral, Batán o El Ruedo, junto a la M-30.
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