
El Ayuntamiento ha anunciado una reforma en la plaza Tirso de Molina, con nuevos accesos en la plaza, ampliacion de zonas verdes y renovación de mobiliario urbano y zonas de juego infantil
Tras años de protestas, y de titulares vinculando Tirso de Molina a la inseguridad, el Ayuntamiento ha decidido tomar cartas en el asunto. La partida presupuestaria, ya aprobada, pondrá 3 millones de euros para convertir la plaza y calles aledañas en espacios más habitables, prestando especial atención a eliminar espacios inseguros y lograr una mejora ambiental mediante los espacios verdes.
La reforma comenzará a finales de este año, y terminará para la primavera de 2026. Los puestos de flores podrán seguir funcionando con normalidad durante todo el período. La intención del Ayuntamiento es repetir la operación en otros tres puntos de la ciudad: la Plaza Dos de Mayo, en el corazón de Malasaña; Jacinto Benavente, muy cercana a Tirso, y Pedro Zerolo, en Chueca.
La mala fama de Tirso de Molina: suciedad, trapicheos y un crimen
Desde hace años la plaza de Tirso de Molina es una de las que se recomienda evitar por la noche, debido a la inseguridad. A pesar de su ubicación céntrica, muy cercana a la Plaza Mayor, los altercados son comunes.
Especialmente molestos se muestran los comerciantes, que denuncian robos más que frecuentes, suciedad y trapicheos. No es el mejor ambiente para desarrollar su actividad económica.
Aunque sin excesiva frecuencia, los delitos han llegado a ser de extrema gravedad. En el verano de 2023, por ejemplo, la dependienta de una mercería perdió la vida en un robo, tras un apuñalamiento. Desde entonces las agresiones con arma blanca se han repetido en alguna ocasión.
Los vendedores de la zona también se muestran incómodos con la presencia de vagabundos. Hablan de incomodidad, del olor a excreciones humanas, concentrado en la boca de Metro y los múltiples rincones de la plaza, y de la imagen que da eso a los clientes. El sinhogarismo afea centros históricos que se han convertido en un importantísimo atractivo turístico, y por ello los ayuntamientos tratan de alejar a los ‘sin techo’ fuera de ahí.

Los escasos vecinos que quedan señalan precisamente al turismo como un factor degradante de la zona, al ofrecer robos fáciles y no permitir la presencia de una comunidad vecinal fuerte, que se oponga con firmeza al deterioro de su barrio.
El Ayuntamiento busca solucionar la inseguridad de Tirso de Molina con urbanismo
Finalmente el creciente número de problemas de Tirso de Molina no ha podido ser ignorado por más tiempo, y la aprobación de una partida presupuestaria de 3 millones de euros dedicados a la plaza llegó a principios de octubre.
El enfoque elegido es el de la modificación urbanística, un lavado de cara que junto a la eliminación de barreras arquitectónicas debería mejorar al ambiente, y quizás poner más difícil pernoctar a los ‘sin techo’.

Las obras tendrán como principal objetivo la mejora y renovación de los materiales e instalaciones existentes. Los adoquines, prefabricados y deteriorados, pasarán a ser sustituidos por otros de granito, a la vez que se mejora el saneamiento y drenaje de la plaza para evitar filtraciones a la estación de metro.
Las farolas, calificadas como obsoletas desde el Ayuntamiento, se renovarán por completo instalando unas nuevas de máxima eficiencia energética. También se renovará el mobiliario urbano y las instalaciones de la zona de juego infantil.
Destaca, entre estas mejoras, la apertura de dos nuevos accesos en el muro que separa las dos alturas del espacio, con escaleras y rampas. Se busca así evitar ‘fondos de saco’, expresión utilizada para referirse a las esquinas sin salida, causadas por el muro mencionado. Será, pues, un área más «permeable«. La idea es «suprimir barreras arquitectónicas«, en palabras de fuentes del Ayuntamiento.

La reforma alcanzará igualmente calles aledañas: Doctor Cortezo, Conde de Romanones, Colegiata y Concepción Jerónima. Allí se renovarán y ensancharán las aceras, como ya hizo Carmena en las calles Magdalena o Duque de Alba. Y se cerrará la reforma con una reordenación de paradas de autobús (que descongestione Tirso de Molina y Jacinto Benavente) y de espacios destinados a carga y descarga, aparcamientos y servicios municipales, como contenedores de reciclaje o estaciones de Bicimad.
La última reforma de Tirso de Molina data de 2006, bajo el mandato de Gallardón. Fue entonces cuando se instalaron los puestos de flores, pensando ya en evitar el ‘sinhogarismo’. Esta experiencia causa escepticismo respecto al éxito que pueda cosechar el enfoque actual del Ayuntamiento de mejorar la habitabilidad mediante obras.

El Ayuntamiento reivindicaba la plantación de árboles: 46 nuevos ejemplares y 2.500 arbustos
La segunda parte de la reforma es la relativa a la jardinería. El consistorio afirma que «al igual que se hace con el resto de remodelaciones del espacio público que lleva a cabo el Área de Obras y Equipamientos, esta intervención incluirá la plantación de nuevo arbolado». Las críticas por cortar árboles en obras y remodelaciones, en muchos casos ejemplares con décadas, han sido frecuentes. En esta ocasión se ha planificado plantar 46 árboles y 2.500 arbustos.
Esta acción se completará con la renovación total de la red de regadío en la zona, que había dejado de funcionar en varias partes.
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