Los vinilos sufrían un clave deterioro por las pintadas vandálicas y los productos de limpieza
Después de más de cinco años sin ser sustituidos, los vinilos que cubrían las mamparas de vidrio en el viaducto de Segovia, en la calle Bailén junto a Las Vistillas, se están renovando. Gracias a estos cambios los madrileños y los visitantes podrán seguir disfrutando las vistas que ofrece esta emblemática ubicación en óptimas condiciones.
Estos protectores de las mamparas de cristal de seguridad presentaban un deterioro y opacidad provocados sobre todo por los disolventes y químicos de las pinturas vandálicas, que cada vez eran más frecuentes, y los productos de limpieza. Por eso el Ayuntamiento ha tomado la decisión de sustituirlos.
Desde principios de octubre se empezaron a incorporar los nuevos y ya se está terminando de colocar todos. Quedarán tres mamparas que no serán tratadas debido a su mayor nivel de deterioro. Se está estudiando si es necesaria su sustitución completa. En el caso de que lo fuese se acometería en los próximos meses.
Historia del viaducto de Segovia
En el lugar que hoy ocupa el viaducto de Segovia, han llegado a haber hasta tres diferentes. El primero fue un puente de hierro, que supuso un alarde tecnológico y de ingeniería de la época y obtuvo mucha popularidad debido a la gran luz que tenía el paso. Se inauguró el 13 de octubre de 1874. Tras una vida útil de menos de cincuenta años ya se comenzaba a pensar en la construcción de otro viaducto debido al mal estado de conservación.
Este sufrió numerosos desperfectos durante la defensa de Madrid, la cercanía con el frente de batalla hicieron que impactasen numerosos proyectiles de artillería. En 1942 se reconstruyó, ante el estado de deterioro que mostraba por los daños sufridos. Ya en el período de posguerra el nuevo viaducto tuvo que ser restaurado, y se inauguró el 28 de marzo de 1942.
En 1974, se propone ante el Ayuntamiento de Madrid una nueva restauración. Ese mismo año se reduce el tonelaje de paso y en 1976 se interrumpe totalmente el tráfico por el viaducto. Posteriormente fue restaurado entre 1977 y 1978, tras plantearse la posibilidad de derruirlo y sustituirlo por uno más moderno. Finalmente se optó por mantenerlo.
Importancia en la cultura de la ciudad
Desde este lugar se puede ver la Casa de Campo, incluido el surtidor existente en el centro del lago. Cualquiera de los tres viaductos que han existido en el lugar han atraído la atención popular y esto se ha reflejado también en coplas y en novelas literarias.
Sin embargo, en la década de los noventa el viaducto empezó a tener otro uso para algunos ciudadanos: se producían unos cuatro suicidios al mes. Por esta razón se optó por colocar los vinilos. El primer viaducto de Barrón había sido alambrado para evitar los múltiples intentos de suicidios.
Son frecuentes las apariciones en el mundo literario-bohemio del Madrid de la primera parte del siglo xx, como en la obra ‘Luces de bohemia’ de Valle-Inclán, o en libros de Benito Pérez Galdós. El segundo viaducto aparece en las novelas de Enrique Jardiel Poncela y en otras de Camilo José Cela, que reclama jocosamente como auténtico para el suicidio el del siglo XIX.
Aparece así en algunas películas del cine español como en ‘Matador’ (1985), ‘Tacones lejanos’ (1991) y ‘Los Amantes Pasajeros’ (2013) de Pedro Almodóvar. Sin duda, el viaducto forma parte de la cultura popular madrileña.
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