Este emblemático lugar de Madrid, donde se celebran carreras de caballos, es una obra maestra de la arquitectura
Sin lugar a dudas uno de los locales más emblemáticos de toda la Comunidad de Madrid es el hipódromo de La Zarzuela. Esconde numerosos secretos a todos aquellos que nunca hayan considerado hacer una visita a ella. La historia detrás de este lugar ha logrado que, con el paso de los años, este hipódromo se haga hueco en el corazón de los madrileños. Pero, ¿qué es lo que hace al hipódromo de La Zarzuela tan especial?
Los 3 secretos que esconde el Hipódromo de La Zarzuela, de Madrid
Vamos a contarte a continuación algunos de los secretos que han conseguido que el hipódromo de La Zarzuela, local de excelencia para las apuestas de caballos, goce de tan buena reputación en la actualidad.
Las instalaciones del Hipódromo de La Zarzuela cuentan con una capacidad total de estabulación de 800 caballos, con 550 boxes en la Villa Norte y más de 250 en la Villa Sur. Disponen también de cuatro pistas de trabajo, con 3 de arena (una de ellas de arena y fibra) y una principal de hierba con 1.725 metros de perímetro.
Antes de hacer una carrera, se lleva a cabo una exhibición de los caballos al público con el paddock, un toque final en el que los jinetes lucen sus caballos y los exhiben para que los asistentes apuesten por sus favoritos.
En lo que respecta a los más pequeños, las familias podrán llevarlos a cualquiera de las diferentes áreas acondicionadas para su entretenimiento, así como a alguna de las diferentes praderas verdes espaciosas con las que cuentan para que puedan jugar todo lo que quieran.
El Hipódromo de La Zarzuela es considerardo una de las mayores obras maestras de la arquitectura madrileña procedente del siglo XX. Esta construcción, diseñada por los arquitectos Carlos Arniches y Martín Domínguez, así como por el ingeniero Eduardo Torroja, conforma todo un reflejo de la buena confluencia que puede existir entre la empresa, cultura, servicio público y el espectáculo deportivo.
La estética de esta construcción supone un gran ejemplo del racionalismo madrileño, en el que la belleza y amplitud del recinto han logrado elevarlo al estatus de monumento. Entre sus elementos más singulares encontramos las tribunas, construidas por los arquitectos e ingeniero citados previamente.
Tal es la importancia que ha cobrado dentro de la arquitectura española que, en el año 2009, fue declarado como Bien de Interés Cultural, ganando a su vez el Primer Premio del Colegio de Arquitectos de Madrid en 2012 por su Proyecto de Restauración y Rehabilitación.
La actividad de este hipódromo no podría mantenerse sin el duro esfuerzo de los trabajadores que invierten su tiempo en el mantenimiento de este emblemático edificio.
Entrenadores, mozos y demás profesionales que dedican su vida al mundo del turf hacen un seguimiento de cada caballo en los entrenamientos.
Si decides hablar con ellos, podrás ver lo que no se detecta a simple vista en las carreras: el duro trabajo que existe detrás y que permite que el espectáculo que ofrecen los caballos siga adelante.
