La Compañía Nacional de Danza acoge a siete bailarinas ucranianas desde el pasado mes de marzo
La guerra en Ucrania ha sacudido también al mundo de la danza, cambiando por completo la vida, en especial, de siete bailarinas ucranianas, que han tenido la suerte de ser acogidas por la Compañía Nacional de Danza española, y tres de ellas debutan en el Teatro Real el próximo mes de mayo. Todas proceden de la Ópera Nacional de Ucrania.
Sin embargo, los chicos bailarines han sido menos afortunados, porque han tenido que colgar las zapatillas de ballet para quedarse en el país defendiéndose de los atacantes.
A la espera de que la situación se resuelva en su país, de momento tres de las bailarinas seleccionadas formarán parte del elenco de ‘Giselle’, con dirección de escena y coreografía de Joaquín de Luz.
Anastasiia Hurska será la principal e interpretará a Myrtha en una de las cuatro jornadas que se han preparado, y el paso a dos de ‘Pas de Paysan’, en otras dos representaciones. Asimismo, Yelyzaveta Semenenko y Kateryna Chupina estarán dentro del cuerpo de baile en el papel de Wilis.
Entre el elenco, se encuentra también otra bailarina con origen ucraniano, Katjia Khanivkova, quien actualmente baila en las filas del English National Ballet. Actuará en el rol de Giselle.
Las funciones tendrán lugar el 18 y 20 de mayo a las 19:30 h, y el 21 de mayo a las 17 h y 21 h. En la piel de Albrech estará el propio director Joaquín de Luz el día 20, y Alessandro Riga el 21.
¿Cómo han llegado las bailarinas ucranianas a la Compañía Nacional de Danza y al Teatro Real?
La guerra en Ucrania comenzó el pasado 24 de febrero. Estas siete bailarinas ucranianas se encontraban en el teatro de Kiev, preparando su siguiente presentación, que para algunas de ellas incluso suponía su debut en papeles principales, cuando de repente a las cinco de la mañana les cambió la vida.
«Fue un día muy triste«, recuerdan. Cada una de ellas tuvo que ver la forma de escapar del país para huir del conflicto. El caso de Anastasia Kovadeska (21 años) fue quizá uno de los más traumáticos. Ella se encontraba refugiada en el sótano de su casa, situada en un pueblo a unos 50 km de Kiev, «cuando los rusos irrumpieron en nuestro hogar con las armas y nos echaron«, cuenta.
Acompañada de su hermana pequeña, su madre y su tía, tomaron el coche y condujeron por los pueblos hasta salir del país y llegar a Italia. Allí, se han quedado todas a excepción de Anastasia que, ante la ausencia de una compañía de ballet que la acogiera, vino a España.
El caso de Yelyzaveta Semenko (25 años) no es muy diferente. Ella salió con su hermana con el coche al día siguiente de comenzar la guerra. Se dirigieron hacia el oeste, al ser aparentemente una zona más segura. «Tardamos entre tres y cuatro días porque las carreteras estaban destrozadas, tuvimos que ir atravesando los bosques«, relata. Cuando llegaron, permanecieron allí unas dos semanas, pero Lyza necesitaba entrenar, así que decidió venir a España.
Por su parte, Kateryna Chupina (24 años) salió del país el 5 de marzo en un tren para los refugiados camino de Lviv, al oeste de Ucrania. «Tardó doce horas en llegar; en todo momento estuve de pie, también las personas mayores«, recuerda. Desde allí, cruzó a Polonia, donde tomó un avión que la llevó a Madrid.
Joaquín de Luz y la consolidada bailarina Anastasia Matvienko, artífices del acogimiento de las ucranianas y su debut en el Teatro Real
En el mundo de la danza, es habitual viajar con frecuencia. Gracias a ello, se conoce a personas de muchos países, y eso es precisamente lo que ha hecho posible ahora que estas bailarinas ucranianas hayan llegado a España y puedan ensayar con la Compañía Nacional de Danza (CND), y algunas de ellas debutar en el Teatro Real.
«La bailarina ucraniana Anastasia Matvienko y su marido tienen conocidos por todo el mundo con los que están contactando para ayudar a los bailarines«, cuenta la pianista de la compañía, también ucraniana. En este caso, conocían a Joaquín de Luz, director de la CND, que no dudó en contactar con el Ministerio de Cultura y Deporte para ver si existía la posibilidad de abrir las puertas a estas profesionales.
No solo ha sido posible, sino que los propios compañeros y miembros de la compañía se han encargado de hacer recolectas para proporcionarles alimentos y vestuario. También se les ha ofrecido ropa de trabajo y zapatillas de ballet. «Estamos muy agradecidas, es un ambiente muy bueno y nos apoyan mucho«, aseguran. De hecho, incluso se están alojando en un apartamento que les ha proporcionado un amigo de De Luz.
Comenzaron a llegar el pasado 9 de marzo y se están incorporando a las clases de manera paulatina. En total, ya son siete bailarinas a las que se ha ofrecido, en principio, un contrato temporal. «Más a largo plazo ya se tendría que ver qué medidas se toman«, explica De Luz.
El Retiro, el lugar preferido de las bailarinas refugiadas de la Compañía Nacional de Danza, procedentes de la guerra de Ucrania
Aunque alguna de ellas ya había estado en España anteriormente, no conocían Madrid. Para ellas, su lugar favorito es el parque de El Retiro, pero afirman que les gustaría también visitar el Museo de El Prado. «No han visto tampoco mucho porque hasta ahora tenían que pagar, pero se acaban de hacer las tarjetas de transporte gratuitas y ahora ya se pueden mover con más facilidad«, explica la pianista de la CND.
Por otro lado, están también con ganas de aprender español, ya que de momento no lo hablan. Esperan que les habiliten los cursos correspondientes para poder acudir y así empezar a comunicarse de mejor manera con los demás, sin necesidad de traductor.
Independientemente, confiesan que están deseando volver pronto a su país para ver a sus familias sobre todo, dado que parte de ellas han tenido que quedarse allí a luchar. «Queremos regresar y celebrar que se acaba la guerra«, concluyen.
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