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Relatos ‘Sexo en Madrid’, capítulo 13: ‘Los tíos están locos’

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Un nuevo capítulo de los relatos ‘Sexo en Madrid’

Carla es una reportera atractiva y extrovertida, que llegó a Madrid procedente del sur para ejercer su profesión en la capital. Desde que llegó, no deja de vivir cada día nuevas aventuras y muchas de ellas relacionadas con el sexo. Todos los lunes, te presentamos un nuevo capítulo de los relatos ‘Sexo en Madrid’. ¡Esperamos que te guste!

Relatos sexo en madrid carla vertical¿Qué ha pasado hasta ahora en ‘Sexo en Madrid’?

El domingo por la tarde, Laura conducía su coche. La acompañaban Carla, Elisa y Yolanda, redactoras de ‘Corazón Rosa’. Iban a ver chicos y «a lo que surja». Una moto les rozó en una glorieta. Se bajaron, discutieron. El chico era majo y estaba bueno. Le subieron al coche y le preguntaron de dónde era. Decidieron llevarlo a la pensión de Carla, para no comprometerse. Laura intentó ligar con el chico, pero Yolanda se puso celosa.

Aunque de sexo nadie habla así como así, el sexo flota en todas partes. Se nota que los tíos están locos por el sexo, y en Madrid más aún. No están reprimidos como en el pueblo. Llegan a Madrid y todo lo que piensan, trabajan y viven es para el sexo. De todos los tíos locos por el sexo, Solana, ‘el genio de la informática’, era el que más loco por el sexo estaba. «¿Qué te pasa? ─le dije─. ¿Es que estás loco?». «Sí ─osó decirme─. Estoy loco por ti».
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Puedes leer aquí los capítulos anteriores:

-1: ‘¡Hola!’

-2: ‘La camarera sexy’

3: ‘Las chicas de la Gran Vía’

4: ‘La receta del éxito’

-5: ‘Citas: aquí hay temita’

-6: ‘Cien sombras de Carla’

-7: ‘Esta noche cenamos juntos’

-8: ‘El gran youtuber’

-9: ‘Fresas para Carla’

-10: ‘Lito desaparece en Madrid

-11: ‘El club de swingers’

-12: ‘Cuatro chicas de paseo’

Capítulo 13 de los relatos ‘Sexo en Madrid’

‘Los tíos están locos’

Aunque de sexo nadie habla así como así, el sexo flota en todas partes. Se nota que los tíos en especial están locos por el sexo, y en Madrid más aún. No están reprimidos como en el pueblo. Llegan a Madrid y todo lo que piensan, trabajan y viven es para el sexo.

De todos los tíos locos por el sexo, Solana, ‘el genio de la informática’, era el que más loco por el sexo estaba. En la redacción de Corazón Rosa, podía sentir sus miraditas que me llegaban desde su mesa a lo lejos. Y cuando no se atrevía a mirarme, podía sentir que estaba pensando en mí, obsesionado por mí, pensando todas esas guarradas.

Había algo en mí que sin duda atraía a Solana de forma irresistible, sin que pudiera evitarlo. Yo lo sabía. No era el primer tío al que le pasaba eso conmigo, ni desde luego sería el último, pero Solana tenía una verdadera obsesión.

Se lo conté a mi compañera Laura, que tiene mucha psicología. Laura escribía en Corazón Rosa sobre la BBC: Bodas, bautizos y comuniones de famosos. Por supuesto, Laura ya se había dado cuenta de que Solana estaba enamorado de mí.

Aunque, según Laura, la palabra exacta no era ‘enamorado’. Habría que buscar una palabra más exacta. Sería mejor quizá, como se dice ahora, ‘enamorado no, lo siguiente’. Obsesionado. O, como decía Laura, ‘abducido’.

Laura conocía bien a Solana, y empezaba a conocerme a mí. Según Laura, Solana estaba como abducido por mí. O yo había abducido a Solana. Igual que los extraterrestres. Aunque yo no hubiera hecho nada para abducirlo.

Pero Solana estaba ahí y yo estaba ahí. Quizá fuera mi melena castaña caoba, o mis curvas, o mi altura, o mi cara, o mi mirada. O todo junto. Todas mis armas, que yo conocía bien, pues sin hacer nada habían vuelto loco a más de uno.

En especial Solana estaba loco conmigo. O loco por mí. Yo lo sabía. Sobre todo cuando nos quedábamos a solas, Solana no podía controlarse. Sobre todo cuando estábamos en silencio. Me miraba como loco. Su mano se dirigía hacia mí sin poder evitarlo, para tocarme el cabello, el brazo, la mano, cualquier cosa.

─¿Pero qué haces? ─le decía yo.

Y Solana retiraba la mano, como un niño cogido en falta que no podía evitarlo. Se disculpaba tartamudeando, se ruborizaba como un niño cabizbajo, agobiado y angustiado. Yo lo sabía. Y no es que sea mala, pero procuraba que tuviéramos reuniones de trabajo a solas. Y me quedaba callada. Entonces ocurría, como una ley física inexorable.

La mano de Solana escapaba hacia mí, movida como por un resorte mecánico. Trataba de rozarme el pelo, el brazo, la mano, cualquier cosa. Y yo le decía enfadada:

─¿Pero se puede saber qué te pasa?

Solana sujetaba su mano y la llevaba de vuelta hacia él, ruborizado y angustiado. Llegó un momento en que teníamos reuniones de trabajo casi todos los días, en un cuarto pequeño de la redacción de Corazón Rosa. Y no es que yo sea mala ni me divirtiera, pero en las reuniones me quedaba callada. Y la mano de Solana venía inevitable hacia mí.

─¿Qué te pasa? ─le decía dando un respingo─. ¿Es que estás loco?

─Sí ─osó decirme un día─. Estoy loco por ti.

Próximo capítulo el lunes que viene…

Manuel del Pino

El autor de ‘Sexo en Madrid’, Manuel del Pino, es licenciado en Filosofía y Letras (Univ. de Granada, 1994). Publicó artículos, ensayos (XIV Premio de Ensayo Becerro de Bengoa con “La sonrisa de la esfinge”, Dip. de Álava, 2002) y varios libros sobre el personaje Carla: “Olivas negras”, novela policíaca (Ed. Cuadernos del Laberinto, Madrid, 2012); “Las aventuras de Víctor Lince”, en Literaturame.net, Zaragoza, 2013; “La conspiración de La Rosa Negra”, en Amazon, 2015; “Carla Mortal”, relatos contra la corrupción, en El Pulso, Madrid, 2014-16; y “La perla de Carla” (2017-20), apareció en varios periódicos y revistas digitales.

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