De haber sufrido una derrota, el puesto de Ancelotti podría haber sido cuestionado
El partido Real Madrid-Celta de Vigo se saldó con la victoria blanca, pero con todo a la vez en todas partes. Hubo una gran polémica arbitral, un dominio del Real Madrid y una remontada de las que son tan típicas en el 11 de Ancelotti, solo que esta vez se la comieron ellos. Todo un espectáculo de fútbol que hizo sufrir a los aficionados hasta la última mitad de la prórroga, sin que nadie se atreviese a moverse de su asiento.
El Madrid venía buscando redención tras la sufrida derrota de la supercopa ante el Barça, y por poco no entró en crisis total. Jugaron así un partido que condensa todo lo que ha sido su temporada: incertidumbre, errores sin sentido, una capacidad física envidiable y finalmente grandes genios individuales, que cuando salen a relucir firman goles de los que emocionan.
Un partido Real Madrid-Celta de Vigo marcado por la polémica arbitral y el genio de Mbappé
Ayer el Bernabéu vio una tragedia clásica, un drama que hizo pasar a la afición por todas las emociones posibles: de la frustración por la decisión del árbitro en la grada del Celta de Vigo a la alegría exultante de quien ve el partido decidido, para volver a encontrarse con un nuevo empate como si de un 0-0 se tratase a partir del minuto 90.
Tras la derrota en Arabia Saudí, Ancelotti venía con nuevos planteamientos. Quitó a Camavinga, Valverde, Rodrygo y Bellingham, juntó a Modric y Ceballos para tener más el balón (lo que más busca el Celta) y, eso sí, mantuvo Tchouaméni, abucheado por la grada nada más pisar el campo por su error en la supercopa. Renovó a más de la mitad de los jugadores ante un Celta que no viene de una buena racha, habiendo perdido contra el Rayo Vallecano, el Sevilla o el Espanyol a lo largo de la temporada.
El marcador llegó a 0 al minuto 37, y el primer gol subió con polémica. Swedberg estaba solo ante la portería cuando Lunin, bajo palos en esta ocasión, pareció agarrar su pie. Los madridistas defienden que tocó primero balón, aunque el roce es dificil de percibir. Que el VAR no entrase en escena solo indignó más al público. Más aún cuando a la contra Mbappé metió el primer tanto, con un disparo que acabó entrando por el segundo palo en plena carrera hacia la línea de fondo y con bicicleta incluida.
Y el segundo gol llegó solo, en el 48 ya después del descanso con un pase largo hasta Brahim que rompió toda la linea defensiva del Celta, y que encontró a Vinicus donde se le esperaba y acertadísimo en un golpeó raso por la derecha del portero.
Diez minutos son suficientes para ganar y para perder
Con el 2-0 en el marcador y toda la segunda mitad por delante el partido parecía hecho, y el Real Madrid se dedicó a seguir intentando marcar para hacerlo aún más contundente. El Celta subió las líneas para apostar con todo y así dejaba huecos que aprovechó por ejemplo Arda Güler, con un disparo tras asistencia de Vinicus en el 77 que se anuló por fuera de juego. También tuvo sus intentonas el Celta, sin mayor fortuna.
Al Real Madrid nadie le tiene que decir que en 10 minutos pueden cambiar muchas cosas. Solo que esta vez fueron ellos los que vieron como el campo se les caía encima. Primero fue Bamba en el 83, ante un error de Camavinga cerca de su propia área que acabó en gol. Y en el 90+1 el Celta forzó la prorroga, con un penalti ajustado al lado derecho por Marcos Alonso tras el regalo de Asencio, que derribó a Bamba en el área chica y se llevó la amarilla.
Con un 59% de posesión y 11 disparos frente a 7 los blancos entraron en prorroga tras un partido claramente dominado por ellos, y con Mbappé ya sentado en el banquillo.
El primer tiempo se fue volado, 15 minutos con dos escasas ocasiones. Y llegó Endrick para hacer lo que mejor sabe hacer el conjunto de Ancelotti. En el 107 le llega al brasileño un balón en el área, se gira sobre si mismo, recorta y golpeo inapelable (con amarilla por quitarse la camiseta al celebrar), en el 11 le llega un rechazo a Valverde que mete desde fuera del área y en el 119 Endrick recibe un córner y mete de tacón. Así se firma un 5-2 de infarto.
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