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Sonia, enfermera: «No puede infravalorarse el trabajo de rastreador»

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En Atención Primaria y todas las especialidades hay una preocupante falta de personal

Ante la inminente segunda ola de contagios por Covid-19, la Comunidad de Madrid apura la contratación y formación de ‘rastreadores’. No obstante, su escasez pone en duda la capacidad que tendrá el Gobierno regional para la detección precoz y el control de la transmisión de los contagios.

Los rastreadores son los encargados de entrar en contacto con el caso positivo y de hacer el rastreo de las personas con quienes ha estado en contacto 48 horas antes de ser diagnosticado o tener síntomas. El protocolo sigue esta secuencia porque la capacidad máxima de contagio acontece en los dos días previos a la aparición de los síntomas.

Las agendas de Atención Primaria se acumulan

Los contactos pasan por una anamnesis y tienen que asistir al centro de salud para descartar el caso con una prueba PCR. Si la prueba sale negativa igualmente necesitan aislarse 14 días para anticipar cualquier sintomatología, y si sale positivo se les pide los contactos y el respectivo aislamiento.

Enfermera Atención Primaria
Sonia, enfermera de Atención Primaria.

«¡Cosa que ya hemos hecho nosotras!», afirma Sonia, enfermera de Atención Primaria en la Comunidad de Madrid. Con tono enfático, explica que, desde marzo, el rastreo y el seguimiento de los contactos se hace mayoritariamente desde Atención Primaria. Mientras tanto, sus agendas continúan acumulándose por la escasez de rastreadores y la insuficiencia de personal en los centros de salud.

Los rastreadores que actualmente contrata el Gobierno regional pertenecen a una unidad especial dedicada en exclusiva al rastreo. A diferencia de AP -que atiende a los pacientes que acuden al centro de salud-, aquellos reciben una lista de la Consejería de Sanidad con el contacto de las personas contagiadas con Covid-19 para que inicien el rastreo.

Los rastreadores en Madrid son escasos

Así también, otra diferencia radica en que el personal sanitario de los ambulatorios no tuvo formación específica para el rastreo. Según Sonia, únicamente recibieron un protocolo por la mañana y que, asegura, por la tarde ya habían cambiado.

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Rastreador en MadridAnte todo, advierte que «hay pocos rastreadores en Madrid». En una única ocasión un rastreador entró en contacto con uno de sus casos positivos. Para entonces, en el centro de salud ya habían localizado, aislado y realizado las PCR a los contactos.

Y dado que proporcionar los contactos no es obligatorio, con el repunte de casos, Sonia ha advertido que la inicial colaboración de los pacientes ya no es total. Alguno de ellos «miente» al dar los nombres, «por miedo, por nervios, por no meter en ‘problemas’ a la gente».

Asimismo, el número de contactos que se saltan el aislamiento también se ha multiplicado. En ambos casos, lo único que pueden hacer los sanitarios es informar del hecho a Salud Pública.

«¿Por qué primero piden voluntarios y después pagan a la privada?»

Sonia no duda de la importancia de los rastreadores; por el contrario, lo que denuncia es su escasez. La Comunidad de Madrid, en estos momentos, tiene un déficit de 800 rastreadores de los 1.200 recomendados en base a su densidad poblacional.

Por tal motivo, una de sus medidas fue contratar a 22 rastreadores a través de la empresa privada Quirón Prevención S.L., después de pedir ‘voluntarios’ para cubrir las vacantes.

Comunidad de Madrid rastreadores
Foto: Chema Barroso.

La enfermera opina que no puede infravalorarse la tarea del rastreador. «No consiste en llamar y hacer cuatro preguntas»: ellos son los responsables de la valoración sintomatológica del paciente, así como de la derivación a hospitales o centros de salud en caso de ser necesario. «Podemos valorar si un paciente tiene disnea por su dificultad para respirar y capacidad del habla. Debes tener cierto ojo clínico», explica.

Por todo ello, Sonia se pregunta: «¿Por qué primero piden voluntarios y después pagan a la privada?». Piensa que es un acto «hipócrita» que la Comunidad gaste un «dineral» en gratificar a Quirón y que a los enfermeros quiera pagarles menos de 15 € por cada hora extra prestada durante los momentos más duros de la pandemia.

El ofrecimiento del Gobierno central de militares para cubrir los puestos de rastreador es, igualmente, desincentivar la inversión de las comunidades en sanidad pública, según la sanitaria. Sin embargo, en este caso se trataría de «un recurso del Estado y no de un voluntariado», además de que los militares durante su carrera tuvieron ya formación en urgencias.

Los refuerzos ‘Covid’ han sido «prácticamente inexistentes»

Igual de inexplicable le parece la inversión de millones de euros en un nuevo hospital cuando hay otros «con plantas cerradas y sin habilitar» debido a la falta de equipos y personal. «Tenemos compañeros infectados por coronavirus que todavía siguen de baja. Nunca se ha podido sustituir a nadie. Las bolsas de enfermería están a cero», añade.

De todas formas, el problema ya no solo es enfermería. En otros sectores (pediatras, médicos) también subsiste una preocupante falta de personal. Por esta razón, el Ejecutivo regional prometió la llegada de refuerzos que mitigaran los estragos dejados por la crisis sanitaria. En el centro de Sonia, no obstante, estos han sido «prácticamente inexistentes». Y de los pocos que llegaron, la mayoría parte en septiembre.

A día de hoy, en AP realizan un mínimo de 30 pruebas PCR diarias, además del respectivo seguimiento al paciente. «Antes, los resultados de los PCR nos los enviaban en 24 horas, ahora están tardando casi 7 días. Eso ya te da una idea del volumen de PCR que se está realizando en el área», explica.

«No estamos preparados para una segunda ola de contagios»

A modo de conclusión, Sonia cree que no estamos preparados para una segunda ola, menos todavía cuando «la primera nunca se ha ido». Opina que la solución pasará otra vez por el esfuerzo de todos los profesionales sanitarios, desde el personal de limpieza, enfermeros, médicos, TCAE, administrativos, celadores, etc. En todo caso, la pauta a seguir deberá ser «menos IFEMA y más inversión en lo que ya tenemos».

«A mí me encanta mi trabajo, pero no somos soldados ni héroes, como nos quieren llamar. Somos profesionales, pero ante todo somos personas que a diario ponemos en riesgo nuestra propia salud y la de nuestros familiares. Pedimos hacerlo en las mejores condiciones para cuidar de nuestros pacientes», reclama.

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