El Pleno Municipal acordó la instalación del monumento por las víctimas del Yak-42 en Madrid el 28 de febrero de 2017
Las víctimas del accidente aéreo del Yak-42, sucedido en Madrid en mayo de 2003, ya tienen un monumento en su memoria, concretamente en el Parque del Oeste. Fueron 62 militares los que perdieron la vida en el suceso, donde también fallecieron 13 miembros de la tripulación ucraniana y bielorrusa.
La tragedia tuvo lugar en Trebisonda, en las montañas de Turquía, cuando el cuerpo militar regresaba a España tras permanecer cuatro meses de misión en Afganistán. La expedición había comenzado el 14 de enero de 2003, partiendo desde Valladolid y con destino a Kabul.
El acto de inauguración del monumento, el pasado viernes 14 de enero, contó con la presencia de los parientes de las víctimas y varios representantes institucionales.
El alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, acompañado de la ministra de Defensa, Margarita Robles, elogió a las familias por conseguir los reconocimientos que los militares merecían. Además, animó a los madrileños a conocer este espacio que calificó como “visita de obligado cumplimiento”.
El monumento a las víctimas del Yak-42 en Madrid simboliza reposo y reflexión
El recuerdo a las víctimas se ha instalado en el paseo de Camoens del parque del Oeste junto a la Fuente de Villanueva. Se construyó durante los años 2020 y 2021 por la Dirección General de Patrimonio Cultural del Área de Cultura, Turismo y Deporte. La instalación de un monumento en recuerdo y homenaje a las víctimas se había acordado tres años antes, en el Pleno del Ayuntamiento del 28 de febrero de 2017.
Se trata de una muestra de arquitectura conmemorativa que plantea un espacio de reposo y reflexión. Las obras se realizaron a partir del proyecto del arquitecto Diego Novo Menéndez, hijo de una de las víctimas del accidente, que él mismo donó al consistorio.
El monumento está formado por un espacio de estancia y reflexión al que se accede por un camino adoquinado. Es perpendicular al paseo de Camoens y está delimitado por dos muros de hormigón negro. Desde ahí, se transita hacia el espacio central, creando una sensación de angustia. Simboliza el recorrido hasta la verdad durante los años desde que ocurrió el accidente hasta ahora.
62 huecos para 62 víctimas
Se pasa, así, del silencio y oscuridad de la tragedia hasta la claridad. Esta queda reflejada en el espacio de reflexión definido geométricamente por dos muros verticales de hormigón blanco y una plataforma central con bancos.
Ambos muros tienen un singular significado. Uno de ellos está perforado por 62 huecos con distintas formas geométricas según las ciudades españolas donde estaban destinados los 62 caídos (Burgos, Madrid, Sevilla, Valencia y Zaragoza).
Por su parte, el segundo consta de una placa que registra el nombre y rango militar de las víctimas. Además, la obra incluye una reseña explicativa y un monolito con una placa que alberga un poema escrito por una de las familiares.