La actriz protagoniza ‘El sillón K’, que se representa en el Teatro de la Abadía
El Teatro de la Abadía de Madrid acoge, desde hoy 14 de febrero, día de San Valentín, ‘El sillón K: Cartas desde el olvido’, una obra en la que se da voz a Carmen Conde, escritora y primera mujer en ingresar en la RAE (Real Academia Española). La producción hace un recorrido por las cartas que envió a otra literata, Katherine Mansfield, fallecida 12 años atrás, y es una mezcla de poesía con danza, que cuenta con un elenco de excepción: Manuela Velasco, en el papel de Conde, y la bailarina Estela Merlos.
La directora de ‘El sillón K: Cartas desde el olvido’, Paula Paz, comenta que quiso dar vida a la obra «no solo a través de la palabra, sino también del cuerpo, el movimiento, la danza, para acariciar el ritmo, las imágenes, las historias que subyacen en los poemas, la vida y la obra » de Carmen Conde. El horario de la representación es de martes a sábado a las 20 h, y los domingos a las 19:30 h, y estará en cartel hasta el 2 de marzo.

La protagonista de este nuevo proyecto, Manuela Velasco, ha hablado con El Mirador de Madrid a un día de su estreno, para contarnos cómo está viviendo este nuevo proyecto y cómo está de presente su tía, Concha Velasco, cuando se sube al escenario, entre otros asuntos.
Manuela Velasco sobre el empoderamiento femenino
– ¿Cómo ha sido meterse en el papel de Carmen Conde?
– No ha sido un papel al uso, porque siento que no lo interpreto, sino que le doy voz. Es una mujer que desde pequeña sintió la llamada de la poesía, la necesidad explicar lo inexplicable, pero no sabía cómo hacerlo porque no tenía ni siquiera vocabulario, era una niña. Al final, encontró la manera a través de la poesía y en contra de su familia, porque ellos querían que se encargara de la casa. Dedicó su vida a ello y con más de 70 años consiguió ser la primera mujer que entró en la RAE.
– ¿Cuál ha sido el mayor reto de interpretar este personaje?
– Los textos no son teatrales, son literarios, y tener que declamarlos ha sido complicado, porque no están hechos para ser hablados, sino leídos, y tienen un vocabulario difícil de aprender.
– Es un ejemplo de empoderamiento femenino… ¿cómo ves el papel de la mujer en el teatro?
– El teatro es un lugar más particular, hay mayor libertad, pero en el audiovisual sí que se nota mucho más. Vamos conquistando espacios, pero los temas de los que hablan las mujeres en series y películas siguen siendo los mismos: el amor y la maternidad. Por eso, poner a mujeres como Carmen Conde en escena, como hacemos en ‘El sillón K’ es un hito. Desde siempre, se habla de los temas que interesan a los hombres porque la mayoría de obras están escritas por ellos, pero en esta no. El punto de vista femenino está, pero hay que sacarlo.
– ¿Has decidido darte un descanso del audiovisual para dedicarte más al teatro?
– No, estoy compaginando ahora mismo, de hecho, con un rodaje de una serie que se llama ‘La Agencia’, y no paro, echo de menos dormir (risas).
«Mi tía (Concha Velasco) me enseñó que la vida del teatro era la que yo quería llevar»
– ¿Tienes presente a tu tía, Concha Velasco, en el escenario?
– Con mi tía, sobre todo, lo que ha quedado en mí es la sensación de la vida en el teatro. Cuando ella hacía teatro, yo era pequeña y siempre quería ir por estar allí, no tanto por verla sino por estar y vivir ese entorno. Estaba entre cajas, subía a los palcos, me movía por todas partes. Ver entrar al público, la vibración del teatro y la conexión con la gente que venía a verla…, hacer la vida del teatro era lo que yo quería, aunque, por supuesto, para mí también es un referente como actriz y por su forma de tomarse el oficio.

– ¿Tienes otros referentes?
– La actriz Carolina Yuste, ganadora de dos premios Goya, no solo como profesional, sino también como mujer por el discurso que tiene en el que defiende que nos dejen ser como somos, en lugar de intentar transformarnos en la imagen que la gente quiere de nosotras. Nathalie Poza (‘La boda de Rosa’) también es para mí un referente, o Ana Belén y Nuria Espert. Son compañeras mías a las que he visto y admirado desde siempre.
Con esta obra, Manuela Velasco vuelve al teatro después de dos años dedicada más a lo audiovisual con series como ‘Valle Salvaje’, la última en la que la hemos visto actuar. Lo hace con nervios y el enorme reto de interpretar un papel no adaptado al teatro, sino directamente literario, con la dificultad que eso conlleva.