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El Mad Cool se reivindica en su edición más cómoda para los asistentes

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The Cure fue el encargado de cerrar un gran festival que volverá el próximo año

La cuarta edición del festival madrileño Mad Cool llegó a su fin. Durante su desarrollo el jueves, viernes y sábado -más el Welcome Party del miércoles- desfilaron sobre sus seis escenarios artistas de la talla de Iggy Pop, Noel Gallagher, The Smashing Pumpkins y The Cure.

Todos ellos, con la participación de otras muchas bandas, encandilaron a las 186.128 personas que se dieron cita en el espacio de IFEMA que desde el pasado año acoge el festival, para así intentar sobrellevar de la mejor forma el calor abrasador infaltable de cada verano.

Foto: Paco Poyato

Al pisar el pasto artificial del recinto el primer día, pude oír voces desde la carpa del equipo de prensa que felicitaban el gran salto cualitativo en el incremento de la comodidad respecto a la anterior edición.

El mérito era, en parte, de la organización por haber escuchado y atendido los reclamos que se suscitaron tras las largas colas a la entrada del festival, con esperas de aproximadamente dos horas; un transporte que se veía superado por la ingente cantidad de gente, y una comunicación con el público poco satisfactoria.

Pero esta mejora en lo cualitativo también es explicable desde lo cuantitativo. Según cifras oficiales, cada día en el Mad Cool promediaba una asistencia de 50.000 personas, bastante menos que los 80.000 del año pasado. La caída se puede atribuir a múltiples factores, pero tal exégesis no es el fin de esta crónica.

Sin embargo, está claro que la menor concurrencia significaba más espacio disponible, y como resultado una mayor comodidad. Tal y como dice el saber popular: a veces menos es más. Como también dice que lo mejor todavía está por conocerse.

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Tash Sultana inauguró de la mejor manera el escenario principal

Esto último fue lo que pensé después de primer paseo por el escenario principal, el Mad Cool Stage. En él, una joven descalza, de potente voz, acompañada de una guitarra maltrecha, y que se hacía llamar Tash Sultana, nos deleitó a todos con su puesta en escena libre de artificios pero abundante en virtuosismo, versatilidad, pasión y estilo.

Foto: Andrés Iglesias

Es difícilmente clasificable, como todo aquello que vale la pena clasificar. Puedo atreverme a soltar una retahíla de géneros (reggae, rock alternativo, pop, psicodelia) para ayudarles a imaginar el paisaje pero no pasaría de ser un engaño de buena fe.

Lo que sí les puedo asegurar es que a sus cortos 24 años demostró que es una artista capaz de dominar cualquier instrumento que tenga enfrente. Llámalo necesidad o habilidad, lo cierto es que Tash Sultana se presenta sola ante el público y no teme en mostrarse tal y como es: un talento emergente que ya brilla con luz propia.

La eterna juventud de Iggy Pop enardeció al Mad Cool

Y del legado por construir pasamos al legado ya construido. Iggy Pop es la imagen viva del punk y el rock. A pesar de sus 72 años, ‘La iguana’ se muestra en el escenario con una vitalidad que sería la envidia de muchos jóvenes. Descamisado desde antes del primer acorde, cojeando un poco y a veces visiblemente cansado, lo dio todo frente a un público totalmente rendido ante la presencia de uno de los protagonistas más singulares en la historia de la música.

Foto: Alberto Ortega

Empezó el recital con un clásico como I wanna be your dog, de su legendaria banda The Stooges. Entre sorbos grandes a su cáliz y explicaciones sobre su vida sexual hilvanó las canciones The passenger, Lust for life y I’m sick of you, que sus más fieles seguidores no dejaron de corear.

Por último, la apoteosis colectiva llegó con la interpretación de The Jean Genie, de su gran amigo David Bowie, No fun y Sixteen. El veredicto fue unánime: Iggy defendió dignamente su legado con un espectáculo potente y lleno de energía.

Noel Gallagher no olvida su pasado en Oasis

El periplo del primer día terminaba en el escenario Madrid Te Abraza, donde el ex-Oasis Noel Gallagher se presentaba con su banda High Flying Birds. A pesar de reivindicar su nuevo material en la primera mitad del concierto, cuando el público más disfrutó y participó fue en la seguidilla de canciones de su etapa en Oasis, aquellos tiempos en los que los hermanos Gallagher compartían algo más que el apellido.

Foto: Andrés Iglesias

Temas como Wonderwall, Little by little o Stop crying your heart fueron cantadas al unísono por cada alma reunida por la nostalgia y aquellos himnos que definieron la década de los 90. Y después de una versión diluida de Don’t look back anger, el concierto finalizó con All you need is love de The Beatles. Al emprender la retirada, comentarios como »fue la mejor actuación de la noche» se escuchaba de uno y otro lado. No podría estar más de acuerdo.

The National no colmó la expectativa generada

El segundo día empezó con una de las actuaciones más esperadas. The National, originarios de Ohio, presentaban su último trabajo I am easy to find, ante un público que exigía presentaciones a la altura de lo presenciado el primer día. No obstante, el resultado no fue el esperado. La gente se marchaba progresivamente al ver que la oferta no era convincente.

Foto: Andrés Iglesias

La opinión compartida por todos ellos era que The National eran »demasiado tranquilos». Y es cierto. Lo es como resultado de un rock intencionadamente intelectual, de aire literario a lo Bob Dylan. Sus canciones son introspectivas, de esas que escuchas sentado en la placidez de tu habitación, mientras meditas en lo fugaz que resulta todo.

Basados en esta última definición, el lector más audaz sospechara sobre lo poco conveniente que resultan en un ambiente festivalero. Aún así, el contexto no refleja en absoluto la calidad del producto.

The Smashing Pumpkins tira de clásicos y acierta

El plato fuerte del día era el regreso a los escenarios españoles tras siete años de ausencia de The Smashing Pumpkins. La espera fue larga, y el ansia se tradujo en una efusividad extrema que se desató cuando el vocalista William Corgan apareció vestido con una sotana de fraile. A su espalda, los muñecos coloridos gigantes de aire circense dotaban al momento de una peculiaridad que acompaña desde sus inicios a la banda.

Foto: Andrés Iglesias

Siva fue la primera parada de un viaje que recorrería los grandes clásicos y los temas más recientes, destacando los de su último disco Shiny and Oh so Bright. El guitarrista James Iha ejerció de puente entre el escenario y el público. Pedía palmas, coros, y bromeaba sobre su »deprimente» estancia en Madrid.

La conexión se acrecentaría con los primeros adagios de Bullet with butterfly y Tonight, tonight. Y cuando los muñecos mutaron en figuras siniestras en blanco y negro, solo cabía esperar la llegada de la desgarradora Disarm y el himno generacional 1979. Today fue el broche al que sin duda ha sido una de las grandes actuaciones del Mad Cool de la presente edición.

La ira de Prophets of Rage sacude un Mad Cool necesitado de intensidad

Un cielo nublado fue la tregua que nos dio el último día de festival. Bastante necesario después de dos días de intenso calor, y de actividad no menos intensa. Pero si de intensidad hemos de hablar, no podemos dejar fuera de la conversación lo vivido con Prophets of Rage.

Con diferencia, fue el concierto que más hizo saltar al público de todos los conciertos del festival. El hip hop rabioso proveniente de la síntesis de los miembros de Rage Against the Machine, Public Enemy y Cypress Hill, fue la revelación de la jornada.

Foto: Andrés Iglesias

Los puños en alto, los riffs de Morello, y las letras rebeldes fueron los ingredientes necesarios para desatar el lado más salvaje de un festival que hasta el momento de había vestido de guante blanco. Para bien o para mal, Prophets of Rage se deshizo de la mayoría de canciones de su álbum homónimo que no alcanzaba a reflejar el potencial artístico de sus integrantes.

El vacío fue llenado por los grandes clásicos de sus aventuras musicales anteriores. Canciones míticas como Killing in the name, Bullet in the head y Take the power back, fundieron al público en éxtasis. Quizá, y por ponerle una pega, se extrañaron más canciones de Cypress Hill y Public Enemy, ya que solo tocaron una de cada banda. Por otro lado, ofrecieron por primera vez su nuevo single Made with hate, lo que hizo aún más especial la velada.

The Cure brinda un concierto para la historia del festival

El momento más esperado, ya no solo del día sino de todo el Mad Cool, fue la presentación de la legendaria banda británica The Cure. Para añadirle emoción (de ser posible) su aparición se demoró 15 minutos más de lo establecido, provocando en el público asistente, que todavía tenía reciente en el baúl de los recuerdos la cancelación de Massive Attack del pasado año, el miedo por que la historia se volviera a repetir.

Pero el miedo dio paso a la efervescencia cuando el inconfundible semblante de Robert Smith se paró frente al escenario y deslizó las primeras notas de Plainsong.

Foto: Andrés Iglesias

Infiltrado dentro del público, puedo afirmar de primera mano que aquel momento fue como un sueño compartido, atemporal, que no hizo más que acentuarse cuando Pictures of you y High atacó directamente al alma de todos los presentes. En total tocaron 27 canciones, en un espectáculo que rozó las dos horas y media. Aún así, supieron dejarnos con esa sensación de nostalgia que surge tras vivir un hecho biográficamente significativo para una persona.

Pocos grupos tienen un repertorio tan extenso como The Cure que les permite poder estar tocando hit tras hit durante más de dos horas. Un punto negativo que duele mencionar pero que duele más ocultar es un defecto en el sonido ocurrido en canciones como Desintegration. De hecho, se podía ver al teclista Roger O’Donnell haciendo señas a los técnicos de sonido para intentar solucionarlo.

El colofón del concierto consistió en Friday I’m in love, Why can’t I be you? y Boys don’t cry. Tras el último bis, la despedida, y el desmantelamiento del escenario, había un algo sobrevolando el aire. Todos los podíamos sentir, traspasar, y otros traducir en palabras, como aquella joven que acertó en decir que este concierto pasará a la historia del festival como uno de sus momentos más memorables.

Alguien más, ya en el umbral de la salida, decía que esperaba con ansias volver el siguiente año. Y para ser sincero, yo también.

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