El resto de la parcela complementará las necesidades del hospital Ramón y Cajal
La antigua fábrica de Clesa, en desuso desde 2012, pasará a considerarse un edificio protegido. El resto de la parcela, que cuenta con una superficie total de 40.000 m2, se destinará a uso terciario, convirtiéndose en un espacio urbano para cubrir las necesidades del área próxima al hospital Ramón y Cajal. Se mejora así la demanda de servicios dotacionales en el distrito de Fuencarral-El Pardo.
La propuesta actual mantendrá el tercer grado de catalogación parcial de 2015 e incluirá la nave transversal y el módulo de Laboratorios, situados al sur de las naves centrales.
La Comisión Institucional para la Protección del Patrimonio Histórico-Artístico y Natural (CPPHAN) ha estudiado la catalogación y, para asegurar la protección total del edificio y su transformación en equipamiento público, el Ayuntamiento ha aprobado la modificación del Plan General de Ordenación Urbana.
Un edificio singular
Proyectado en 1959 por el arquitecto Alejandro de la Sota, esta construcción se considera uno de los ejemplares más singulares de arquitectura industrial contemporánea española. De la Sota lo concibió como una suma heterogénea de partes y volúmenes de tipologías y usos diferenciados, pero que se encuentran armónicamente conectados. Posee un diseño funcional y es un ejemplo de modernidad y racionalidad.
La catalogación de este edificio ya se estudió en 1997, pero no quedó incluida entre los inmuebles que formaron parte del Plan General de Ordenación Urbana. Por ello, el planteamiento actual del Ayuntamiento es resolver esta carencia.
Más tarde, en el año 2015, se produjo una primera modificación de este Plan, en la que se aprobó la protección parcial del edificio. Incluía las dos naves principales, con su estructura horizontal y vertical de hormigón (pilares y vigas), forjados, volumetría de la cubierta y la fachada principal (en la avenida del Cardenal Herrera Oria), así como las fachadas y volumetría del módulo de accesos y vestuarios.
En ese mismo año, el Colegio de Arquitectos de Madrid, junto con el Ayuntamiento y la inmobiliaria Metrovacesa, actual propietaria de la parcela, convocaron un concurso de ideas con el objetivo de compatibilizar la preservación y conservación de la antigua fábrica, con la rentabilidad requerida por su promotora.
La catalogación de la fabrica de Clesa y la creación de un espacio de uso público y comercial no solo garantizará su conservación y valoración como edificio histórico, sino que también reactivará la vida urbana y vecinal del área.
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