Declarado Patrimonio Natural de la Humanidad por la Unesco, es un bosque que no puedes dejar de visitar en otoño
Si hay un lugar por excelencia para visitar en otoño en Madrid, ese es sin duda el Hayedo de Montejo y más ahora que este bosque de hayas tan emblemático de la región ha cumplido 50 años. Son cinco décadas de dedicación a la preservación y conservación de este singular espacio natural que fue distinguido por la Unesco en 2017 como Patrimonio Natural de la Humanidad
Se convirtió, así, en el primer espacio natural de la región en recibir esta distinción. Además, tiene la catalogación oficial de Sitio Natural de Interés Nacional desde 1974, lo que supuso la protección de este lugar.
El Hayedo de Montejo es una antigua dehesa de hayas, robles albares y rebollos, situada en las faldas de la Sierra de Ayllón y con entrada restringida a un número limitado de visitantes. Quien quiera ver este bonito bosque debe reservar su plaza con antelación o acudir muy temprano por la mañana al Centro de Información de Montejo de la Sierra, sobre todo en otoño que es cuando el paseo es más espectacular.
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Con más de 250 hectáreas de extensión y una altitud máxima de 1.600 metros aproximadamente, este emblemático bosque madrileño, que es considerado como uno de los enclaves naturales más importantes de la Comunidad, ha sido un espacio de biodiversidad excepcional, hogar de especies emblemáticas de flora y fauna.
Este 50 aniversario no solo invita a celebrar su belleza, sino también a renovar el compromiso con su protección para las generaciones futuras.
El Hayedo de Montejo y sus visitas turísticas
El bosque de hayas de Montejo de la Sierra empezó a limitar sus entradas en 1989, ante la fuerte presión turística. Así se estableció un sistema de control de entradas a este espacio protegido y al mismo tiempo se puso en marcha un Programa de Educación Ambiental.
Incluye recorridos guiados, información sobre la riqueza del entorno y el reconocimiento de la singularidad y fragilidad del Hayedo y del conjunto de la Reserva de la Biosfera Sierra del Rincón.
Cada año participan en este programa más de 25.000 personas. El 60% de los visitantes del Hayedo son público no local, que recorre las sendas guiadas en fin de semana y festivos. Especialmente durante el otoño se registran casi el 40% de todas las visitas.
Al estar tan limitada la entrada al Hayedo de Montejo, desde la Comunidad de Madrid se recomiendan otras rutas cercanas donde se pueden ver también hermosos paisajes sobre todo en otoño, así como el hayedo desde fuera:
- Ruta por el Camino Viejo a Horcajuelo y las Huertas: recorrido circular por saúcos, fresnos, desmochadas, arces y salgueras. Antiguo camino que unía Montejo de la Sierra con Horcajuelo.
- De la Ermita de la Soledad a la de Nazaret: discurre a través de antiguos prados de siega y llega en lo alto de la loma veremos la Ermita de Nuestra Señora de Nazaret. Desde lo alto veremos algunos bosquetes de encinas.
- Ruta por la Dehesa Boyal: bonito itinerario que discurre por el interior de la dehesa boyal de Montejo de la Sierra, que sigue proporcionando ricos pastos para el ganado.
Otras rutas cercanas son las de la Hiruela y sus molinos, y la de la Senda del agua en Prádena del Rincón. También puedes visitar Montejo de la Sierra y sus riquezas arquitectónicas.
El Hayedo de Montejo, patrimonio Mundial de la Unesco
El Hayedo de Montejo fue elegido por la Unesco al formar parte de una candidatura conjunta internacional: ‘Hayedos primigenios de los Cárpatos y otras regiones de Europa’. España participó en ella junto a nueve países más y se incluían otros hayedos como el del la Tejera Negra (Guadalajara); los de Lizardoia y Aztaparreta (Comunidad de Navarra) y Cuesta Fría y Canal de Asotín en Picos de Europa (Comunidad de Castilla y León).
Otros países que participaron en la candidatura conjunta ‘Hayedos Europeos’ fueron Albania, Austria, Bélgica, Bulgaria, Croacia, Italia, Rumanía, Eslovenia y Ucrania.
Consistía en una selección de los bosques de hayas más representativos del continente europeo, testimonio de los procesos ecológicos del continente en los últimos cientos de miles de años.
La conservación de estos vestigios vivos de la historia natural es cada vez más acuciante, por la presión que sufren los frágiles ecosistemas.