Limpiar y desmaquillar son rutinas básicas pero entre hacerlo y hacerlo bien hay un abismo. Vemos los 4 gestos que necesitas para una piel más preciosa. Aceite, cremas, bálsamos, espumas al agua, leches limpiadoras, aguas micelares, todo ello nos ayudará a que nuestro rostro luzca más gracias a una limpieza adecuada de la piel.
Aceites, cremas y bálsamos
De textura untuosa, disuelven con suavidad las partículas de suciedad y el maquillaje ‘waterproof’. Como no contienen derivados de la parafina, no engrasan (sirven para todo tipo de pieles) y mantienen el nivel de hidratación óptimo.
El ritual ‘slow’ : Para una limpieza correcta hay que dedicar “dos minutos por la mañana y dos por la noche”, explica Marta Gamarra, de Eve Lom. “Si usas aceites o mantecas, toma una pizca con los dedos y masajea sobre cuello y rostro con movimientos circulares.”
Elige tu aceite: La jojoba y el ylang-ylang son seborreguladores y aportan flexibilidad. El aceite de geranio es astringente. El de inca, rico en omega 3 antioxidante. La camomila, calmante.
Más confort: Las cremas limpiadoras pueden utilizarse como mascarilla desincrustante; una vez a la semana, aplica una capa gruesa, mantén 15 minutos y aclara.
Espumas al agua
“Muchos limpiadores al agua contienen tensoactivos para generar espuma, y pueden acartonar la piel”, dice Kerstin Odebrecht, de Diadermine. Las fórmulas suaves sustituyen estos tensoactivos por espumantes naturales, como los aminoácidos botánicos del aloe vera, que limpian la piel sin alterar su pH.
Toque fresco: Si buscas la sensación refrescante de una limpieza al agua, elige productos con hidroactivos orgánicos, como las proteínas de arroz o avena, que suavizan y neutralizan el efecto desecante del agua del aclarado.
PH 5,5: En los limpiadores sin jabón, el detergente se sustituye por ‘syndets’, jabones sintéticos que se formulan con un pH neutro igual al fisiológico (5,5) y son totalmente compatibles con la piel.
Retira con agua: Para restaurar la acidez natural, las limpiadoras incorporan activos como extracto de limón.
Leches limpiadoras
La limpieza es básica, incluso si no te maquillas. “En la piel sucia, los principios activos de las cremas no logran penetrar hasta las capas profundas, por eso hasta los mejores tratamientos resultan ineficaces”, advierten en Eve Lom.
El gesto clásico: “La leche, la forma más tradicional de desmaquillarse, responde a las necesidades de las pieles más incómodas o que toleran con dificultad el agua”, explican en Dior.
Suave, suave: No produce espuma, por lo que no contiene emulsionantes, que suelen irritar. Por eso no necesita aclarado. Si tu piel es sensible, elígela sin alcohol, aroma ni conservantes (¡ojo! caducará tres meses después de abrirla).
Con un algodón: La máxima eficacia se consigue sobre la piel seca: “Masajea con los dedos para que la leche se mezcle con las impurezas y retira con un algodón o tissue”, indican en Shiseido.
Aguas micelares
“Las micelas son partículas que actúan como un imán: absorben el sebo y las impurezas y repelen la humedad, que permanece en la piel”, explica Elisabeth Bouhadana, de L’Oréal Paris.
Sin frotar ni aclarar: “Con un algodón empapado, limpia suavemente las pestañas”, dice Rebeca Lombardo, de L’Oréal Paris. “Luego, los labios, de las comisuras al centro. Por último, el rostro en suaves círculos ascendentes.”
Efecto tónico: El agua micelar actúa como un tónico regulador. Ilumina la piel sin resecarla y combate la aparición de los puntos negros y bacterias que desencadenan radicales libres.
Zona T: En la frente, la nariz y el mentón de las pieles mixtas y grasas se acumulan brillos y poros dilatados. “En esa zona, insiste con un cepillo limpiador”, recomienda Elena de las Heras, dermatóloga de la AEDV.