La nueva gasolinera del barrio de Carabanchel Alto estaría junto a viviendas y un supermercado
A mediados de enero se iniciaron las obras de una nueva gasolinera en el barrio de Carabanchel Alto, en la parcela que se ubica en la confluencia de las calles Reus y Secoya. Los vecinos, a través de la Asociación de Carabanchel Alto, han iniciado movilizaciones para paralizar la obra. También piden que administraciones responsables den las explicaciones necesarias del por qué de esta actuación.
Los miembros de la entidad vecinal explican que «esta parcela, aunque pertenece al polígono industrial de Aguacate, se sitúa al lado del supermercado del barrio de referencia, en el tramo de mayor tránsito de vecinos a pie». También argumentan que «al otro lado de la calle Secoya y el cruce con Reus, están los edificios de viviendas del PAU de Carabanchel».
Por último, al lado se encuentra «la parcela dedicada por el Plan General para futuros equipamientos de primaria y secundaria del barrio, a 22 y 30 metros respectivamente». Rafael, el presidente de la Asociación de Vecinos, justifica la queja de los residentes con la ley en la mano. «El Plan General de ordenación Urbana, en su artículo 3.4.8, establece que cuando se trate de suministro de combustible… no se edificará a menos de 250 metros de ninguna otra edificación».
Los vecinos no ven necesidad de una gasolinera en ese lugar del barrio
La nueva gasolinera estará situada a 300, 500 y 1.000 metros (2, 3 y 5 minutos) de otras estaciones de servicio ya existentes. «Cualquier explicación sobre una posible necesidad estratégica de la zona queda desechada», concluyen los vecinos.
Estos son los motivos principales que han llevado a los vecinos a congregarse en el barrio en varias ocasiones para llamar la atención de las instituciones. Quieren que los reciban para entender «cómo ha sido posible que esta parcela haya sido favorecida con las licencias de obras, instalaciones y actividad».
Según ellos, todo apunta a que se trata «de una operación comercial simplemente especulativa, que antepone la libertad de mercado por delante del bienestar de la vecindad». Y lamentan que: «mientras se obliga a las gasolineras del centro de Madrid a desaparecer (véase la gasolinera de la estación de Atocha), en Carabanchel todo parece estar permitido».
Un proceso con secretismo y poca transparencia
La Asociación de Vecinos de Carabanchel Alto se queja también de la falta de información que han detectado en la construcción de esta gasolinera. «Todo el proceso se ha llevado con la máxima discreción por parte de los promotores», explican. Añaden que no se ha informado «a las empresas y vecinos colindantes mediante cartelería, que debían haber colocado en la parcela para informar de la solicitud de la licencia». Además, tampoco se ha colocado el cartel informativo de las obras.
Los residentes no comprenden por qué las administraciones local y regional «siguen favoreciendo la implantación desregulada de surtidores en barrios de la periferia, cuando los esfuerzos públicos deberían ir hacia la reducción del consumo de este tipo de combustibles». Exigen que se legisle sobre las distancias entre estas instalaciones y las viviendas y equipamientos públicos.
Recientemente surgió un problema similar en otro barrio de la periferia de Madrid, Las Rosas, donde se empezó la construcción de un surtidor justo en frente de unas viviendas. Los vecinos lograron paralizar las obras, al percatarse la Junta municipal de que los trabajos no se ajustaban al proyecto presentado.
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