90 obras conforman la muestra de Georgia O’Keeffe en el Thyssen, que llega por primera vez a España
E l trabajo artístico de la pintora estadounidense Georgia O’Keeffe llega por primera vez a España. Se podrá ver en el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, en una exposición temporal hasta el 8 de agosto. A través de sus pinturas, el espectador conocerá las múltiples facetas artísticas de O’Keeffe, un reflejo de sus ideales, pensamientos y los acontecimientos que marcaron su vida.
La muestra ‘Georgia O’Keeffe’ está compuesta por cerca de 90 obras, reflejo de su particular estilo, una miscelánea de arte indígena americano, modernismo, arte abstracto, art-decó y surrealismo. A O’Keeffe se la considera una de las máximas representantes del arte norteamericano del siglo XX. Con su trabajo innovó la concepción de las pinturas femeninas, dotando a sus cuadros de erotismo y color.
Esta selección de obras realiza un recorrido por la trayectoria vital y artística de Georgia O’Keeffe, desde la década de 1910 hasta 1960. La exposición del Thyssen recoge su pionero acercamiento a la abstracción -las creaciones más radicales del momento-, sus famosas flores femeninas y sus pinturas de Nuevo México.
La vida de Georgia O’Keeffe
Georgia O’Keeffe nace en 1887, en la ciudad Sun Praire de Wisconsin (Estados Unidos) y fallece en 1986 también en su país pero en la localidad de Nuevo México, Santa Fe, a la avanzada edad de 98 años.
Su infancia y adolescencia transcurren en un ambiente rural, y su gusto por el arte surge muy pronto: con tan solo 10 años decide que quiere ser artista. En 1905 comienza su formación artística en la Escuela de Arte del Instituto de Chicago, y permanece allí hasta 1906.
Al año siguiente se traslada a Nueva York, donde continúa sus clases en el Art Student League. En esta etapa conoce el arte europeo, gracias a sus visitas a la galería ‘291’ de Stieglitz, y queda maravillada por las obras del escultor Auguste Rodin, y del pintor Henri Matisse.
En 1908 se ve obligada a trabajar durante dos años como ilustradora comercial, ya que no tenía los recursos suficientes para pagar su educación superior. Tras ello, pasa desde 1911 hasta 1918 enseñando arte en diferentes ciudades.
Influencias y matrimonio
Cuando se sumerge en los principios y filosofías de otro pintor, Arthur Wesley Dow, en 1912, su concepción artística comienza a cambiar. El artista norteamericano argumentaba que las obras debían surgir de una interpretación, pero nunca de una copia.
Tres años más tarde, el arte O’Keeffe había cambiado de manera significativa, dejando atrás las acuarelas y sumergiéndose en la abstracción total, donde empieza a utilizar el carboncillo. Un año después, en 1916, Georgia O’Keeffe realiza su primera exposición en ‘291’, gracias al fotógrafo Alfred Stieglitz, que queda prendado de su arte.
Siguió como profesora mientras terminaba sus estudios, hasta 1918, cuando a petición de Stieglitz, regresa a Nueva York y empieza a trabajar como artista de forma profesional. Durante esta época pinta sus conocidos primeros planos de flores, que representaban los genitales de las mujeres.
En 1924 se casa con el fotógrafo. Continuó exponiendo sus obras hasta 1946, cuando fallece Stiegliz. Aunque había pasado largas temporadas en el sureste, no fue hasta 1949 cuando se traslada de forma definitiva a Nuevo México. Entonces inicia una nueva etapa artística.
O’Keeffe comienza a ser reconocida por sus pinturas sobre escenas y flores del desierto, que eran reflejo de su gusto por la cultural y naturaleza indígena de Nuevo México. En 1960 crea su conocido mural de 7,3 metros ‘Cielo sobre nubes’, que marca una nueva etapa artística en su vida, cargada de motivos del cielo.
El arte de O’Keeffe en el Thyssen
Georgia O’Keeffe no solo destaca por formar parte del precisionismo -o realismo cubista- sino que, además, se la considera madre del modernismo estadounidense.
Su obra estaba marcada por la incesante búsqueda de la libertad del cuerpo, así como del amor, ya que era bisexual y polígama. Aunque amaba a su esposo, su vida matrimonial no le impidió disfrutar a su manera.
La sensualidad y el erotismo femenino se hicieron presentes en algunas de sus obras más importantes, como en las conocidas flores, un gran icono del más temprano feminismo.
O’Keeffe también tuvo un papel fundamental en la abstracción, donde fue pionera. Para ella, «el arte no era un modo de simbolizar una idea o una imagen, sino una fórmula para entender sus emociones, su experiencia del mundo». Además, está íntimamente ligada al simbolismo, donde resalta su obra ‘Lader to the moon’, de 1958.
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