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La rutina vuelve al Valle de los Caídos después de la exhumación de Franco

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El prior Cantera ofició la primera misa en la basílica del Valle de los Caídos donde una losa negra ocupa el lugar de la tumba de Franco

Tras el proceso de exhumación del dictador Francisco Franco del Valle de los Caídos el pasado jueves 24 de octubre, el conjunto monumental ubicado en Cuelgamuros, en la Sierra de Guadarrama, ha vuelto a abrir su puertas al público. Había estado cerrado desde el 11 de octubre cuando empezaron a prepararse los trabajos para extraer los restos del caudillo y trasladarlos al cementerio de Mingorrubio en el Pardo. El prior Cantera ofició la primera misa.

Aunque se hablaba de un gran expectación el día de la reapertura y de que todas las entradas habían sido vendidas para esa jornada y las posteriores, la afluencia no fue tanta entre el público general. A la entrada, se concentraron más periodistas que visitantes, igual que en el interior. Según fuentes de Moncloa, unas 500 personas acudieron ayer al Valle de Cuelgamuros.

En el interior de la basílica de la Santa Cruz, una losa de mármol negra ocupa el lugar de la antigua tumba del dictador Franco. Por el momento, se encuentra protegida por una cinta para que los visitantes no caminen sobre ella. En el día de ayer, la seguridad puso mucho empeño en que no se realizaran fotografías en el interior del templo.

Prior Cantera: «Vamos a intentar seguir con nuestra vida normal»

La primera homilía que se ofrecía tras el momento histórico que supuso la retirada de los restos de Francisco Franco de ese lugar, la ofició el prior Santiago Cantera, una de las personas más reacias a la exhumación y muy cercana a la familia Franco, tanto que por petición de los descendientes del caudillo estuvo presente en todo el proceso del pasado 24 de octubre.

No fueron más de 80 personas las que asistieron a esa primera misa, la mayoría de ellos fieles seguidores de ese lugar y lo que significa. La mayoría percibió ciertas diferencias en relación a días anteriores a la exhumación. «Es especial, como una especie de acción de gracias, más larga y con más canciones y cantos gregorianos, que no suele haber nunca», comentaba un asistente, que añadía que: «antes, en las peticiones, siempre se pedía por Franco, por José Antonio y por todos los caídos, pero hoy no, parece como que están asustados«.

El prior Cantera, que vistió primero de blanco y luego de verde, inició su sermón pidiendo «que alejes a los enemigos de este lugar sagrado». Más tarde, pese a su rechazo a conversar con los periodistas, explicó que: «hemos hecho una conciliación por toda la situación de estos días y la ocupación de la basílica«. Y antes de despedirse concluyó que: «vamos a intentar seguir con nuestra vida normal».

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Flores sobre la antigua tumba de Franco y la de José Antonio Primo de Rivera, que permanece a los pies del altar

Tras la ceremonia, los más curiosos y los nostálgicos se acercaron a ver de cerca la losa negra que cubre la antigua sepultura de Franco, incluso alguno lanzó unas flores sobre ella. En el otro lado del altar, la tumba de José Antonio Primo de Rivera, fundador de la Falange Española, sigue dando la bienvenida a los visitantes.

«Yo vivo en El Escorial y vengo muy a menudo. Pueden quitar a Franco de aquí pero no lo quitarán de la Historia», aseguraba una fiel asistente a la homilía en la basílica, que recuerda con cariño los últimos días antes de que cerrara el Valle de los Caídos, gracias a unas fotos que logró hacer a la tumba de Franco, cubierta de coronas y flores.

El Valle de los Caídos y Mingorrubio, apertura habitual

El monumento del Valle de los Caídos vuelve a abrir en su horario habitual, de 10 a 18 horas y con los precios de siempre. Durante 2018, se recibieron casi 100.000 visitas más que en 2017, es decir, más de un 33% de visitas en el cambio de un año a otro; las cifras de 2018 solo fueron superadas por las de 2007, cuando se alcanzaron casi los 420.000 visitantes.

Por su parte, la cripta del cementerio de Mingorrubio, donde se inhumaron los restos del dictador, permanece rodeado de medidas de seguridad desde el jueves 24 de octubre, tanto en el interior como en el exterior. Los restos del que fue Jefe del Estado descansan ahora junto a los de su mujer, Carmen Polo.

Tumba de Franco tras la inhumación en el cementerio de Mingorrubio

La exhumación del dictador, paso a paso

El pasado jueves 24 de octubre tuvo lugar el momento histórico de la exhumación de los restos del dictador Francisco Franco, que llevaba casi 44 años enterrado en el Valle de los Caídos, para ser reinhumado en el panteón familiar del cementerio de Mingorrubio. Desde el 23 de noviembre de 1975 el que se convirtió en Caudillo de España tras la Guerra Civil yacía a los pies del altar mayor de la basílica de la Santa Cruz del Valle de los Caídos, en la Sierra de Guadarrama.

Desde antes de las 9 de la mañana fueron llegando a la abadía de Cuelgamuros las autoridades del Gobierno que iban a estar presentes durante todo el proceso, así como los 22 familiares de Franco (nietos y bisnietos). La ministra de Justicia, Dolores Delgado, como notaria mayor del reino, el subsecretario de la Presidencia Antonio Hidalgo y el secretario general de la Presidencia, Félix Bolaños, fueron los primeros en acceder a la basílica.

Francis Franco, con una bandera preconstitucional

Más tarde fueron llegando los miembros de la familia Franco en tres furgonetas dispuestas por el Estado para recogerlos en tres puntos distintos de la ciudad y llevarlos hasta el Valle de los Caídos. Entre ellos, se pudo ver a Carmen Martínez Bordiú, su hijo Luis Alfonso de Borbón; Jaime y Merry Martínez Bordiú y el mayor de los nietos del dictador, Francis Franco, que llegó portando una bandera preconstitucional plegada, pero no se le permitió utilizarla.

A las 10:30 de la mañana se procedió a iniciar la exhumación, levantando la lápida de 1500 kg que protegía el féretro de Francisco Franco en el interior de la basílica. Como testigo elegido por la familia, estuvo presente el prior Santiago Cantera que ha sido uno de los más reacios a este traslado. Tras más de dos horas y media, cerca de las 13 horas, las puertas de la basílica se abrieron para dar salida a ocho de los familiares portando a hombros el féretro.

El ataúd estaba en mal estado

Aunque la caja de madera que contenía los restos de Franco se encontraba bastante dañada, posiblemente debido a las corrientes de agua, la familia decidió mantenerla tal cual y no traspasar los restos a otro ataúd como había previsto el Gobierno en el caso de deterioro del féretro. Así, los Franco optaron por reinhumar a su abuelo en el mismo ataúd original.

Los ocho miembros de la familia Franco recorrieron con el ataúd a hombros los 300 metros de la explanada para llegar hasta el coche fúnebre. Todos ellos lucían en la solapa un broche con la bandera de España, y sobre el ataúd dejaron una corona de laurel con el escudo de la familia, tres lazos y un crespón con la bandera.

Tras colocar el féretro en el interior del coche, un pequeño responso del prior despidió los restos de Franco, tras el que se escucharon los gritos de «Viva Franco, Viva España», pese a que la familia tenía prohibido cualquier enaltecimiento. A continuación, el coche tomó rumbo hacia uno de los dos helicópteros que les esperaba en la parte derecha de la basílica.

Hasta el último momento hubo dudas sobre si se podría trasladar el féretro en helicóptero o debería hacerse por carretera, pero la ausencia de lluvias, viento y niebla hicieron posible el viaje por aire. Treinta minutos tardaron los operarios en anclar bien la caja dentro la nave y a continuación esta se elevó sobre la cruz de los caídos rumbo al Pardo, de donde le separaban 57 kilómetros que recorrió en quince minutos.

En el cementerio de El Pardo, las concentraciones fueron más numerosas y ruidosas y se llegó a alterar el orden cuando llegó al lugar Antonio Tejero, el ex golpista del 23 F, que intentó entrar pero no se le permitió. Su hijo Ramón Tejero era el encargado de la misa en el interior del panteón, por petición de la familia Franco.

En cuanto llegó el helicóptero y la comitiva por carretera al camposanto, se introdujo el féretro en el panteón familiar, donde iba a ser enterrado en la intimidad con la única presencia del prior Cantera, el párroco Tejero y la familia.

Así, alrededor de las 15 horas del 24 de octubre finalizaba un proceso que supondrá un antes y un después en la Historia de España.

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