Amenaza de incendio, ruido y bloqueo de calles entre los principales problemas
La aparición de las cocinas fantasma en Madrid es relativamente reciente. Surge tras la crisis de la Covid-19, cuando en los restaurantes había restricción de aforo, que propició el aumento de los pedidos a domicilio. Hace unos años, este tipo de negocio no existía. Por el contrario, hoy está presente en muchos barrios, donde amenazan la convivencia que disfrutaban los vecinos antes de su llegada.
El concepto de las cocinas fantasma es simple. En palabras de Santi Navas, vecino del barrio de Tetuán, se trata de «cocinas agrupadas en un nave situada en edificios residenciales». La principal diferencia con restaurantes y bares es que no tienen mesas ni barra pues los pedidos se entregan por aplicaciones de delivery. Ningún cartel las anuncia; su presencia pasa desapercibida entre el resto de viviendas.
La cocina fantasma de la calle José Calvo tiene 21 fogones
La experiencia de Santi y de cualquiera que haya tenido uno de estos establecimientos cerca de casa es negativa. En su barrio, que es de los más afectados en Madrid, la cocina fantasma que más quejas vecinales reúne es la ubicada en la calle José Calvo, 10. En sus 779 metros cuadrados de superficie coexisten «21 cocinas», siendo así la más grande que se ha registrado hasta la fecha en Tetuán.
Que haya tantas cocinas reunidas en un solo espacio no es un detalle menor. Y es que, cuanto mayor es el número de fogones, la probabilidad de que ocurra un accidente también aumenta; más aún cuando se usa «gas, carbón vegetal y electricidad al mismo tiempo». La amenaza de un incendio por fuga o cortocircuito siempre está presente, y los vecinos son conscientes de ello.
Otro inconveniente con las cocinas fantasmas parte de la gran actividad que normalmente las acompaña. Su reflejo es visible en las calles, en el ir y venir constante de los camiones de carga y de los riders. Desde primera hora de la mañana hasta bien entrada la noche, y durante los siete días de la semana, el ruido de los vehículos no cesa. Además, para cumplir con su labor, bloquean el paso de las aceras y ocupan irregularmente las plazas de estacionamiento.
El problema de las cocinas fantasma es de normativa
Finalmente, también está el problema de los olores que despiden las cocinas y que llegan a filtrarse en las viviendas del entorno. Si solo son 2 o 3 fogones, el humo que sale por la chimenea puede pasar desapercibido entre los demás olores de la calle. Sin embargo, no sucede lo mismo cuando las cocinas se cuentan por decenas. «Durante el verano tuvimos que estar con las ventanas cerradas y el aire acondicionado porque el olor era insoportable», afirma Santi.
La Asociación Vecinal Cuatro Caminos-Tetúan, a la que pertenece Santi, informó de esta situación al Ayuntamiento de Madrid y a la Junta Municipal de Tetuán. La única respuesta que recibieron fue de la concejala presidenta, Blanca Pinedo, quien les dijo que la instalación de las cocinas «estaba conforme a la ley». En otras palabras, que no había nada que pudiera hacer para solucionar sus demandas, al menos a corto plazo.
Hablando desde la experiencia, Santi cree que es un error dejar que estas cocinas operen en zonas residenciales. Según él, hay espacios que resultan más adecuados para su tipo actividad, como puede ser un «polígono industrial». El problema de fondo no está en debatir el cierre de las cocinas fantasma en Madrid, sino simplemente en definir su escala. Hace falta una normativa que deje establecido con claridad qué es una actividad hostelera y qué es una actividad industrial.
El Ayuntamiento de Madrid suspendió la entrega de licencias para cocinas fantasma
La poca implicación de las administraciones en atender las denuncias vecinales cambió cuando la noticia empezó a circular en los medios de comunicación. Es así que, el 29 de julio de 2021, el Ayuntamiento de Madrid anuncia la suspensión de la entrega de licencias durante un año.
Lo que en apariencia era algo positivo, Santi considera que ocultaba una segunda intención, que era la de «incentivar a quienes no tenían licencia a sacarlas rápido». La medida adoptada por el consistorio entró en vigor el 16 de agosto, es decir, más de dos semanas después de su anuncio.
Oficialmente, la interrupción de la entrega de licencias durante un año tenía un fin muy concreto. Más allá de apaciguar la protesta de los vecinos, este era el tiempo que el Ayuntamiento calculaba que iba a necesitar para reformar el Plan General de Ordenación Urbana de Madrid (PGOUM).
Este paso era necesario porque las cocinas fantasma, como fenómeno reciente, no aparecía recogida en la normativa. Su diseño se había pensado para los negocios de restauración habituales, mas no para grandes instalaciones de carácter industrial.
Las asociaciones vecinales piden que las ‘cocinas agrupadas’ no superen los 4 fogones
Actualmente, se saben un par de cosas sobre las modificaciones que el área de Desarrollo Urbano del Ayuntamiento planea llevar a cabo. Para empezar, lo que hasta ahora se han llamado ‘cocinas fantasma’ pasarán a denominarse formalmente ‘cocinas agrupadas‘.
Las mismas no deberán superar los 350 metros cuadrados de superficie. Los fogones no podrán ser más de 8. Los pedidos tendrán que entregarse dentro del local. Y las licencias se concederán solo con estudio de movilidad previo que muestre cómo afectará la llegada del negocio al barrio.
Para Santi, estas medidas son «insuficientes». Por ello, su asociación, en colaboración con la Federación Regional de Asociaciones Vecinales de Madrid (FRAVM), ha presentado una contrapropuesta. En ella se rebaja el número máximo de cocinas a 4; se establece que cada local deberá tener en su interior un sitio de carga y descarga de camiones, así como para los riders; y se exige un mayor control de los niveles de emisión de las chimeneas para reducir el olor que expulsan al exterior.
La modificación del PGOUM estaría preparada para finales del 2022
De tomarse en cuenta sus sugerencias, es probable que el negocio de las cocinas fantasma en Madrid deje de ser tan rentable como lo es ahora. A día de hoy, quienes alquilan estos locales se ven seducidos por las facilidades que ofrece. Y es que, en tan solo unas semanas y con una inversión moderada, pueden poner en marcha un negocio de restauración. En cambio, si se opta por montar un restaurante desde cero, la demora es de un año y la inversión supera fácilmente el millón de euros.
Pero, aun cuando el Ayuntamiento hiciera caso a los vecinos, la nueva regulación no entraría en vigor antes de «finales de 2022 o principios de 2023». El primer paso del proceso se dio en septiembre, con la presentación de la propuesta en el pleno del Ayuntamiento. En este punto, explica Santi, «empieza un periodo de consulta popular que dura tres meses, durante el cual todos puede hacer sus aportaciones». El plazo termina este diciembre.
Lo que viene después es un periodo de estudio de las propuestas de parte de la Concejalía de Urbanismo. En sus manos está el quitar o añadir lo que crean conveniente, para después enviarlo nuevamente al pleno. Entonces, se abrirá por segunda vez una consulta popular para pulir los últimos detalles. Finalmente, el documento volverá a pasar por el pleno para su aprobación definitiva y posterior entrada en vigor.
Vecinos de Arganzuela denuncian al Ayuntamiento por la apertura de una cocina fantasma junto a un colegio
Pese a quedar un largo proceso por delante, el consistorio madrileño ya ha confirmado que la nueva legislación no afectará a las cocinas fantasma existentes. Sus licencias seguirán siendo válidas pues, en el momento en que fueron tramitadas, cumplían con la normativa vigente. Santi, y su asociación por extensión, discrepan en este análisis. Por el contrario, lo que proponen es darles seis meses para que se adapten al nuevo reglamento.
A corto plazo, ni el Ayuntamiento ni la Junta Municipal emprenderán acción alguna. Pero, los que sí se están movilizando son los vecinos. Algunos han recurrido a la vía legal para intentar recuperar la normalidad que antes disfrutaban. Este es el caso de los vecinos de Arganzuela, quienes interpusieron en mayo de este año una demanda al Ayuntamiento de Madrid por permitir la apertura de una cocina fantasma junto al patio de un colegio.
Así pues, parece que los conflictos llegan allí donde hay una cocina fantasma. Sin embargo, el local ubicado en la calle Sorgo, 17, ha demostrado que es posible mantener una sana convivencia con los vecinos. «Dentro del local», explica Santi, «han hecho una entrada para los repartidores». De esta manera, los riders ya no tienen que esperar el pedido en la calle, ni bloquear para ello las aceras.
Tetuán es el barrio de Madrid con más cocinas fantasma
Los vecinos de la calle José Calvo, por su parte, no han recibido la misma consideración. De hecho, ellos han intentado comunicarse con la empresa que alquila el local para coordinar una solución conjunta, pero no ha sido posible. Los únicos que visitan las cocinas son los empleados, quienes «tienen un contrato de confidencialidad con la empresa, por lo que no pueden hablar».
Las cocinas fantasma empezaron a proliferar en Tetuán alrededor de «agosto de 2020». Con el tiempo, este barrio se ha posicionado como el que tiene más establecimientos de este tipo en Madrid. Para Santi, esto se debe a que las empresas que tramitan las licencias «aprovechan los locales que ya existen y que tienen licencias de uso secundario como industrias».
Históricamente, Tetuán era una zona industrial. La calle José Calvo, en su día, estaba plagada de imprentas y papelerías, de las cuales todavía quedan algunas pequeñas tiendas. La nave que actualmente es una cocina fantasma solía ser un almacén, con una puerta muy grande donde entraban las furgonetas para descargar. En este sentido, al tener preparada la infraestructura de una industria, la concesión de la licencia para abrir una cocina industrial es mucho más fácil de conseguir.
La demanda de las cocinas fantasma está disminuyendo
La radiografía más reciente de la situación de las cocinas fantasma en Madrid es que el negocio está viviendo sus horas más bajas. La demanda del servicio es menor respecto al año anterior. Un motivo puede estar en la denuncia que vecinos de todas partes de la ciudad han presentado en los medios de comunicación, y que ha generado la indignación de muchos madrileños. Otro, el hartazgo por el encierro y la necesidad de recuperar las calles.
«Si sigue así, este negocio va a dejar de ser rentable y se acabará», afirma Santi, con cierto optimismo. El final de las cocinas fantasma puede que llegue incluso antes de la consolidación de la nueva legislación. O al menos esa es la esperanza a la que se aferran muchos vecinos de diferentes barrios de Madrid.
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