Estas orugas procesionarias pueden causar daños a la salud de las personas y sus mascotas
La campaña contra las procesionarias ha comenzado antes este año en la ciudad de Madrid. Estos insectos lepidópteros nocturnos pueden provocar daños a las mascotas, sobre todo perros, y afectar también a la salud de las personas que entren en contacto con ellas. Por eso, el Ayuntamiento ha decidido actuar para reducir la presencia de la oruga procesionaria en jardines y parques de la ciudad.
La campaña se lleva a cabo todos los años en la Comunidad de Madrid entre los meses de marzo y mayo. Las orugas de la procesionaria habitan en bolsones ubicados en pinos y cedros, de cuyas hojas se alimentan. Cuando las condiciones les son favorables, bajan al suelo para convertirse en mariposas y reproducirse, formando una especie de ‘procesión‘. De ahí el origen del nombre.
Es en este momento cuando pueden entrar en contacto con las mascotas, generalmente perros, que sufren daños severos en la lengua y pueden incluso provocar su muerte. Las personas se verían afectadas en cuanto a alergias, por lo que es aconsejable evitar acercarse a las zonas donde haya núcleos de procesionarias.
La procesionaria en parques urbanos de Madrid
La procesionaria ha estado siempre en Madrid y afecta a zonas con pinos y cedros no solo en la ciudad, sino también en toda la Comunidad y en otras partes del país.
Con la llegada de la primavera y ante la falta de inviernos fríos, las orugas adelantan su bajada de los árboles para enterrarse y hacer un agujero donde tejer el capullo. En los últimos quince días, los servicios de arbolado del Área de Medio Ambiente y Movilidad del Ayuntamiento están retirando bolsones en zonas de titularidad municipal (no privadas).
Se actúa en espacios con estos árboles, con especial incidencia en zonas infantiles y estanciales y entornos de centros escolares. Los distritos en los que se han eliminado más bolsones en lo que va de campaña han sido Moratalaz, Hortaleza, Latina y Villa de Vallecas. Se han eliminado más de 60.000 nidos.
Además de la retirada de nidos, se combate la oruga procesionaria con otros tres métodos. Por un lado, se emplean trampas de feromonas para atrapar a las mariposas machos y acabar con el ciclo de reproducción. En verano es el momento en que se utiliza este sistema para su erradicación.
También se está analizando cómo funciona el experimento de colocación de ‘anillos’ trampa, empleado en el Área Forestal de Tres Cantos sobre los árboles. Sirve para evitar que las orugas desciendan al suelo y se entierren. Se impide así que se conviertan en mariposas y pongan huevos.
La normativa prohíbe fumigar en entornos urbanos para proteger la salud de los ciudadanos y evitar efectos negativos para el medioambiente. Hasta el pasado febrero de 2019, la legislación nacional (Registro de Productos Fitosanitarios del Ministerio de Agricultura) no autorizaba la utilización de productos fitosanitarios para controlar la presencia de esta especie. Sin embargo, la normativa vigente permite emplear el método de la endoterapia. Implica inyectar en el tronco de algunos árboles la sustancia para que llegue a las hojas de las que se alimentan las larvas y mueran.
Recomendaciones ante estas orugas
El Ayuntamiento recuerda que hay que evitar la manipulación de las orugas e, incluso, acercarse a ellas. Esta recomendación se dirige sobre todo a menores y animales de compañía. Las procesionarias que son urticantes y pueden producir intoxicaciones.
Se recomienda que si un ciudadano ve orugas procesionarias, se ponga en contacto con el 010 para que el Ayuntamiento actúe sobre la zona. Si el parque es privado, puede contactar con sus gestores para que actúen.
Pinares afectados por la procesionaria
La región de Madrid cuenta con 60.000 hectáreas de pinares, de las cuales 40.000 están afectadas por la procesionaria, en mayor o menor medida. Los agentes forestales buscan cada año detectar áreas con elevada densidad de estos insectos con un doble objetivo: la salud forestal y la salud pública.
La procesionaria puede convertirse en un problema para la salud de las masas forestales, propiciar la aparición de otras plagas, disminuir el vigor del arbolado y hacerlo más sensible a los incendios forestales. Por este motivo, todos los años se lleva a cabo una campaña de evaluación del nivel de procesionaria.
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