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Alfonso, médico de familia: «Ahora somos médicos, rastreadores y hasta policías»

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Refuerzo Atención Primaria

Los médicos de familia, saturados por el trabajo y la falta de personal

En Madrid, la segunda ola de contagios por Covid-19 -que ronda los 1.500 positivos diarios- está produciendo un colapso en Atención Primaria. Los médicos, además del tratamiento de patologías comunes, han visto añadidas a sus agendas labores relacionadas con el coronavirus. Al llegar con bajas de personal tras la primera ola, el resultado es que, actualmente, el volumen de trabajo que afrontan es inabarcable.

Así lo cuenta Alfonso, médico de cabecera en el Centro de Salud Benita de Ávila, en Hortaleza. Según explica, en su ambulatorio están atendiendo diariamente a una media de 80 pacientes, muy por encima de los 30 0 40 que solían recibir antes de la pandemia.

El incremento lo aduce principalmente a que en Atención Primaria están realizando las PCR, el rastreo de contactos y su seguimiento. «Hacemos de médicos, de rastreadores y hasta de policías», comenta.

Atención Primaria no se encargaba de las PCR durante el estado de alarma

Oficialmente, Atención Primaria no es la encargada de realizar el rastreo y seguimiento de los casos de Covid-19, si bien durante el estado de alarma tuvieron que desempeñar esa función.

En aquel entonces, señala, los ambulatorios todavía no hacían las PCR por orden del gobierno. Más bien, «las enfermeras llamaban a los posibles casos de Covid-19 cada 24, 48 o 72 horas, según la gravedad, para saber cómo habían evolucionado. Si el paciente decía que estaba peor, entonces trasladaban el caso a los médicos y nosotros valorábamos si lo dejábamos en casa o lo mandábamos al hospital».

Cuando llegó la nueva normalidad, el Ministerio de Sanidad derivó la tarea del seguimiento a los ‘rastreadores‘, pieza fundamental para la prevención de los contagios y la expansión del virus. Ante la escasez de ellos, los médicos de familia y enfermeros han tenido que asumir el trabajo «por obligación moral de frenar el contagio».

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«Los rastreadores no existen»

Ana, médica de familia en el Centro de Salud Fuente el Saz de Jarama, afirma tajante que los rastreadores «no existen, o si existen, nadie los conoce». En ningún momento ha visto a uno ponerse en contacto con alguno de sus pacientes. Más bien, confirma, han sido los sanitarios de Atención Primaria los encargados de localizar, aislar y realizar las PCR a los contactos de los contagiados con coronavirus.

En el centro de salud de Alfonso, las PCR que se realizan al día rondan las 50 o 60. Estas pruebas no están dirigidas únicamente a los contagiados, sino también a sus contactos, para así descartar o confirmar un caso positivo.

En caso de dar positivo, los sanitarios tienen que repetir el proceso y rastrear los contactos de los contactos, además de aplicar el respectivo seguimiento. «Entre las muestras, las PCR, los contactos y los seguimientos, se nos va la vida», lamenta.

El trabajo burocrático y el colapso de Atención Primaria

Ana apunta que, debido a esta cantidad de pruebas diarias que realiza Atención Primaria, los laboratorios de los hospitales, encargados de entregar los resultados a los centros de salud, también sufren un colapso. «Si antes tardaban 24 horas en dar los resultados, ahora están tardando mínimo una semana», explica la doctora.

La demora en la emisión de los resultados varía dependiendo del tamaño y la capacidad del laboratorio que le corresponda a cada centro de salud según su área. En el del Hospital La Paz, por ejemplo, los resultados están tardando 24 horas, mientras que en otros, como el Infanta Sofía, la tardanza alcanza una semana o incluso 12 días.

Hospital La Paz
Hospital Universitario La Paz

Otra tarea que suma al colapso de Atención Primaria es el trámite burocrático. Con el aumento de contagios, también han crecido las llamadas de pacientes pidiendo una baja laboral, que en estos momentos se solicitan por varias razones: tener síntomas; haber estado en contacto estrecho con un caso positivo, o, con la reapertura de los colegios, tener a los hijos aislados en casa y no poder dejarlos con ningún familiar.

«Las bajas se dan cada equis días. Es un trabajo burocrático tremendo que podrían quitarnos», comenta en este caso Alfonso.

Los pacientes no-covid, en un segundo plano

Asimismo, junto a las PCR, los rastreos y el trámite burocrático, los médicos de familia también están atendiendo telefónicamente a sus pacientes, tanto a los que llaman por cuestiones relacionadas con la Covid-19 como a los que no. Pese a que en el centro de salud de Ana el 80% de consultas las ocupan los casos de coronavirus, en el día a día «sigue habiendo infartos, accidentes y demás».

La médica admite que, en esos casos, intentan hacer «lo que se puede» para atender a los pacientes con otras patologías. Sin embargo, los tratamientos de prevención, las analíticas y los controles se han dejado temporalmente en un segundo plano «por la escasez de medios y de tiempo».

Aún así, incluso con aquellos pacientes que sí logran ser atendidos, la sobrecarga de trabajo y el hecho de que las consultas se hagan por teléfono provoca que la calidad de la atención sanitaria disminuya significativamente.

La situación obliga a los médicos de familia a dedicar menos tiempo a cada paciente, para lograr el objetivo de atender al mayor número de personas posible. «Al llegar a casa, tengo la sensación de que no soy médico, de que no resuelvo nada. Me siento más como una teleoperadora», lamenta Ana.

Según Alfonso, para los sanitarios, trabajar con esa presión añadida muchas veces se traduce en miedo. Miedo a haberse olvidado de algo o a haberse equivocado en las consultas, y que el paciente al día siguiente «se muera de infarto».

Las líneas telefónicas de Atención Primaria están desbordadas

En relación a la atención telefónica, Alfonso señala que a través de este medio «es muy difícil hacer medicina». Añade que: «Puede que el paciente no te explique bien lo que le pasa. Es diferente estudiar a la persona presencialmente, tocarle el estómago y verle la garganta, por ejemplo, a que él me diga que le duele esto o lo otro. Pero ¿por dónde le duele?, ¿cuánto le duele?, le preguntas. Y te responde: ‘Pues no sé, doctor’».

Las consultas telefónicas se volvieron prioritarias durante el estado de alarma para evitar la propagación de los contagios en los centros de salud. Y hasta la fecha, este es el medio de atención preferente para los pacientes. No obstante, Alfonso informa que, a pesar del cambio, en Atención Primaria no han aumentado ni los administrativos ni las líneas telefónicas.

Atención Primaria

Al llamar a sus ambulatorios, muchas personas se encuentran con que, después de esperar mucho tiempo en la línea, de repente la comunicación se corta. Nadie contesta y la llamada no se mantiene en espera. «Por eso, la gente que quiere ser atendida por teléfono y no puede, viene al centro de salud. Y así se montan las colas que vemos», concluye.

Atención Primaria no cerró durante el estado de alarma

De todos modos, Alfonso aclara que «ni ahora ni durante el estado de alarma se ha negado la consulta presencial en Atención Primaria». Si un paciente requiere ser atendido presencialmente por ser un caso urgente o no poder solucionarse por teléfono, se hace el esfuerzo por citarlo al día siguiente o, como mucho, dos días más tarde.

Piensa que el rumor de que los ambulatorios no recibían a ciudadanos durante el confinamiento o incluso el de que habían cerrado completamente, puede deberse a una confusión con el cierre de los centros de Urgencias, que si bien son parte de Atención Primaria, no constituyen su totalidad.

Confirma, sin embargo, que sí hubo algún caso de cierre debido a falta de facultativos quienes, en los momentos más duros de la pandemia, fueron trasladados a los hospitales; y también otros que tuvieron que cerrar por contagios entre el cuerpo sanitario.

Colapso en la segunda ola

Ante la nueva situación que vivimos, Alfonso advierte que «estamos en una fase de contagio mayor que en marzo». Y Ana asegura que el colapso de Atención Primaria ha comenzado con la segunda ola, mientras que en la primera fueron los hospitales los afectados.

Ella misma lo ha sufrido cuando en el mes de agosto vio cómo Fuente el Saz de Jarama, donde trabaja, se convertía en el municipio de Madrid con mayor incidencia de casos de Covid-19. Asegura que la incidencia en su zona continúa siendo «prácticamente la misma», y siguen sin recibir más personal.

Centro de salud

Según Alfonso, en los centros de salud faltarían al menos 600 médicos de familia y 150 pediatras. Además, aún no se han podido sustituir los sanitarios que han causado baja en estos meses por estar contagiados de Covid-19, por ser grupo de riesgo o por las consecuencias psicológicas de los momentos más duros de la pandemia.

Test de antígenos y confinamiento por zonas para frenar el contagio

Los esfuerzos de la Comunidad de Madrid por contener los contagios se centran ahora en los test de antígenos y las restricciones selectivas en las zonas más afectadas. Las nuevas pruebas no necesitan de ningún laboratorio y logran los resultados en 15 minutos. Pero, una vez más ese trabajo va a recaer en Atención Primaria, algo que Alfonso considera «inaceptable».

Con el otoño a la vuelta de la esquina y las campañas de vacunación contra la gripe a punto de empezar en los ambulatorios, se temen un colapso aún mayor. Alfonso reclama que: «Los médicos de familia tenemos que poder trabajar realmente de médicos de familia».

Todo ello con el único objetivo de poder atender a sus pacientes con un mínimo de calidad. «Porque así no se puede trabajar, y nosotros tenemos que trabajar bien porque estamos hablando de la salud de todos», concluye.

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